martes, 31 de agosto de 2010

Último día de agosto

Mi directora deportiva me dice que me flipa el calor. No es cierto, o creo que no. Pero estaba loco por salir sobre mi bicicleta, después de comer, por mi ruta favorita del Ribeiro. Desde Ribadavia hacia Cortegada y ya se verá.
Carretera estrecha y sinuosa, vegetación frondosa. El calor hace que las hojas de los pinos huelan con intensidad, los robles todavía presentes y este aficionado empieza a sudar mientras se pelea con un plato pequeño de cuarenta y dos dientes. La ruta me trae recuerdos de salidas recientes, como aquélla durante la que estrené la Six 13, y de salidas lejanas, con un amargo recuerdo. La ensoñación es tal que hasta eché la mano al cuadro para cambiar de corona. Quizás si acusaba el calor.
Mientras llegué a Cortegada y vi anunciado el nombre de una aldea cercana en la que vivían unos amigos de juventud. Hasta allí una pronunciada cuesta y la apuesta de acercarme hasta el lugar para tentar a la suerte. Subo y después bajo y por fin llego a la fábrica. Todo en calma, limpio y ordenado. Demasiado. En ese momento veo un coche rojo bajar por el camino, miro en su interior y veo al padre de uno de aquellos compañeros de BUP.

Paro el coche. "Así disfrazado no te conozco". Yo al él tampoco, lo he visto un par de veces antes y lo confundo, pero pronto deshacemos el error. Entablamos una breve conversación. Me cuenta que su hijo ha sido padre recientemente, lo sabía, y que cerró la fábrica hace un año. Él fue el único de doce hermanos que fue a la universidad a estudiar económicas. La condición que le puso su padre fue que regresase para llevar el negocio. Resistió pasadas crisis como la del setenta y tres, pero unos cuantos pufos durante la actual lo llevaron a cerrar. Se queja y aún así mantiene la sonrisa en la boca.
Regreso a Ribadavia por donde he venido, parando para reponer líquido en abundancia. Pese a las noticias vuelvo satisfecho con el paseo y el encuentro. Al fin y al cabo, se le veía un abuelo feliz. No obstante, no dejo de pensar en que sólo me he cruzado con unos pocos niños en bicicleta y en que el sábado se contaban por docenas los borrachos en la Festa da Istoria. Quizás no sea el país que merece una minoría, pero sí el que quiere la mayoría.

lunes, 30 de agosto de 2010

XXI Triatlón Vila de Allariz

21 de agoso de 2010. Día de calor y sol. Allariz, un pueblo precioso y muy bien cuidado, el río Arnoia y unos alrededores maravillosos. El Triatlón popular Vila de Allariz prometía y no decepcionó.
La salida un poco caótica, entre los primeros y los últimos mucha distancia, salgo desde las últimas filas y me cuesta progresar. Sin embargo, remato contento. No tuve la sensación de haberme esforzado y aún así hice una natación correcta. 
La primera transición dio mucho de sí. Sobre todo una vez que abandoné los boxes y me subí a la bici. Olvidé colocar los velcros, tres por zapatilla, y tuve que apañármelas sobre la marcha. Si los de "vídeos de primera" supiesen lo que es el triatlón, enviarían a sus cámaras a todas las carreras populares. 
Poco después entró Carlos quien solicitó con entusiasmo que también se aplaudiese a los que cierran el pelotón. Es un grande, levantó una ovación del público.
Mientras tanto iniciaba la subida. Las carreteras comarcales dan mucho de sí para la práctica ciclista. La vegetación, el desnivel, las curvas...me notaba flojo pero iba contento. A los pocos kilómetros alcanzo a un deportista y me pregunta si iremos por la mitad del pelotón. "No, vamos en el último tercio". Insiste en que vamos más adelante. Casi me da la risa, está claro que no me conoce, lo dejo atrás. Después nos adelantaríamos más veces.
Me cruzo con amigos y conocidos. Juanjo iba como una moto, es decir, como siempre. Sobre la bici con cara de determinación, en la carrera con cara de sufrimiento. Al acabar pensando en el siguiente.
Al Furacán, tan suelto como siempre, me pasa en la bicicleta sin ofrecerme ayuda para poner los velcros y cuando me lo cruzo ya me llevaba no sé cuantos minutos de ventaja. Le veo fino para Sanabria.
Mientras tanto inicio la carrera a pie a trote cochinero, intentanto encontrar fuerzas. En la zona del río me pasa Pio, héroe local al que todo el pueblo aclama. Increíble, supongo que por eso corría tan rápido. Y que decir de la numerosa participación del Beariz Triatlón que hasta jugaron a los piques entre ellos.
Llegando a meta alcanzo a dos corredores más. Uno pareció intentar evitar que lo pasase. ¡Amigo mío! Una vez que este diesel alcanza su régimen de funcionamiento, ya no flojea. No tendré chispa, pero si te alcancé, ya no me pasas.
Un triatlón más completado y con gran satisfacción. Lo sentí durante la bici, éste es el sitio en el que quiero estar, aquí me quedaré.

jueves, 12 de agosto de 2010

Vacaciones

Ya están aquí. En unas horas me voy a donde no tengo conexión a internet más que a unos kilómetros. El último cuatrimestre del año va a ser de aúpa, así que vamos a desconectar y a recargarnos de energía. Disfrutar de una vida sencilla y en común. ¡Nos vemos por ahí!

martes, 10 de agosto de 2010

El premio

Después de enviarle el premio a Inma, en condición de ganadora del Concurso Villameca, sólo quedaba que a cambio me enviase una foto con dicho premio. De este modo, se demuestra que no ha habido trampa ni cartón. Eso sí, ya que el color combinaba tan bien con los colores del Ecosport, parece que no se ha resistido a personalizarla. En cualquier caso y fiel a su estilo, me ha enviado este bonito collage. ¡Enhorabuena!
Nota: Si ya lo decía yo...

lunes, 9 de agosto de 2010

XV Travesía a nado O Porto da Guarda

Menos la temperatura del agua, todo ideal.

El domingo me levanté con las piernas tocadillas. El esfuerzo del día anterior se notaba, aunque no había motivo para preocuparse. En una travesía importa más lo que muevas los brazos (al menos en mi caso).
Llegamos a la Guardia media hora antes de la salida. El día estaba fenomenal, invitaba al chapuzón y el ambiente en el puerto era muy agradable. Incluso había algo de público. La travesía tendría lugar en el puerto, al abrigo del oleaje y las corrientes. Tendríamos que realizar dos vueltas a un rectángulo gigante delimitado por boyas y dentro del que se reunían las embarcaciones allí atracadas. En total, 2.500 metros. Me comentaron que el agua estaba congelada. Mal asunto, se nadaba sin neopreno.
Lanchas suficientes. Si no hay público, se pinta.

Primero se dio la salida de los más pequeños, ir y volver a una boya, cuatrocientos metros. Todo muy simpático hasta que me fijé en que a uno de los niños tuvieron que taparlo con una manta térmica al salir del agua. Ni con todos los abrazos del mundo entraba en calor, tenía mala cara. Claro, estas cosas no dan ánimos. En cualquier caso, ya no había marcha atrás. Nos invitaron a pasar a la rampa y probar el agua. Efectivamente, no tenía más termómetro a mano que el corporal. La medición arrojaba como resultado que el agua estaba fría de...narices, vamos a escribir, narices. Unas chicas a mi lado comentaban: "A mi lo que más me cuesta es entrar", "pues a mi acabar". Vaya, me pega que a mi las dos cosas.
Cuarenta y tantos nadadores a punto de enfriar sus ánimos.

Se dio la salida y al agua. Muy fría, pero lo peor fue que en seguida se me llenaron las gafas de agua. No me lo podía creer. No habíamos llegado a la primera boya y ya estaba vendido. Paro, vacío las gafas, vuelvo a empezar, se vuelven a llenar. Trato de pegarme a otros nadadores pero voy incómodo. Paro más veces y me pasa hasta el apuntador. En estas me alcanza un veterano nadando a braza y me quedo a su lado cual rémora. Gracia a él completo lo que me quedaba de la primera vuelta y hago buena parte de la segunda. Pero dio un tirón, se despegó, volví a vaciar las gafas. Ya hacía tiempo que el pie derecho había hecho un amago de acalambrarse, ahora era la pierna izquierda. El frío me estaba matando porque había zonas de agua fría y zonas de agua friísima. El caso es que la recta final me costó lo mío y aún así la completé. Creo que incluso adelanté al veterano que me precedía, quien debió también sufrir con el frío (es lo que nos pasa a los nadadores lentos).
Con frío, acalambrado, pero sin sentirme cansado. Todo un poco raro.

Al salir del agua me fui a por las sandalias y noté que me mareaba un poco. Rápidamente se me acercó un miembro de la Cruz Roja y antes de que me diese cuenta ya estaba dentro de la ambulancia temblando como un pollo. Unos masajes y para la ducha caliente. Lo peor fue que le di un susto de...narices a la directora y a la pequeña afición. En fin, menos mal que la próxima es con neopreno y las gafas ya están en el cubo de la basura.
Vamos con paso firme hacia alguna parte. Espero.

PD: Ni que decir tiene que acabé en las últimas posiciones, conretamente de antepenúltimo. La pena es que también fue la vez que más cerca acabé del podio, quinto en mi categoría. ¡Hay que ver, la semana pasada en el medio de la tabla y ayer casi ni entro!

domingo, 8 de agosto de 2010

VIII Triatlón Popular por Equipos Allariz

Después de una semana de trabajo infernal, el objetivo del fin de semana era, más que nunca, desconectar. Objetivo cubierto con creces. Pero vayamos por partes, empezando por el sábado.
Como ya comenté nos inscribimos Os Dous de Sempre en el triatlón popular por equipos de Allariz. Juanjo se dejó el alma para organizar los equipos y realizar las inscripciones. Al principio nos faltaba un tercer hombre, o mujer, estuvimos a punto de ser tres equipos y acabamos siendo dos y cada uno en un equipo. Así que a la vista de lo que se veía venir, decidí bautizar a mi equipo como "los mohicanos" (¡vete tú a saber porqué!).
Los mohicanos

Pero una cosa teníamos clara. El día tenía que ser para disfrutarlo. Allariz es un pueblo precioso, ojo, lo dice uno de Ribadavia, por lo que ya quedamos para comer. Se nos unió Carlos, nos tomamos nuestro cafecito, con los helados, unas risas, charla. Que no llega Stephane, que no llegan los otros dos miembros del equipo de Juanjo. Pero con calma. Hacía mucho calor (más de 30ºC, creo que debimos llegar a los 35º en algún momento), daba el sol y no era plan alterarse.
Finalmente llegaron todos y nos pusimos manos a la obra. A Stephane, francés, lo vimos por primera vez en Allariz y esperamos que no haya sido la última. Le tocaba la natación, cuatrocientos metros. Salió con todos y llegó el último. Mientras Carlos daba cuenta de los muy duros 24 kilómetros, me tocó darle unas palabras de ánimo a nuestro amigo galo:
- Aquí la gente entrena mucho.
- Sí, sí, en estas pruebas todo el mundo entrena y le gusta hacerlo bien.
- Cuando salimos me dije: "como en todas las carreras, por la mitad los hay que se quedan", pero no se quedó nadie.
- Lo hiciste muy bien, no te preocupes. Ahora hay que seguir entrenando.
Con Óscar. ¡Qué bien te he visto! 38 minutos en un circuito durísimo.

Y me puse a calentar, un poco de trote, salí al sol y volví preocupado. Hacía un calor de mil demonios. ¿Cómo le irá a Carlos? Estaba pasándolas canutas, claro. Después nos diría que nunca lo había pasado tan mal. Quizás si hubiese podido entrenar algo desde Villagarcía lo hubiese llevado mejor.
Saludando a la afición

Llegaron los primeros ciclistas y nos tocó agruparnos para salir a correr. Diez kilómetros. Salí detrás de Pío, un lugareño que conocía bien el circuito. Llevaba un ritmo que me convenía, o eso creía. Bordeamos el río y comenzó la subida. Digamos que teníamos tres kilómetros de subida con calor, sol y ninguna sombra. A los dos kilómetros no tenía fuerzas ni para despedirme de Pío. Bajé el ritmo, mejor acabar que sufrir una pájara. Del 3 al 4 terreno rompepiernas y más sombreado, aunque subiendo más que bajando. En ese tramo me recupero un poco del sofoco, nos daban agua por el camino, y vuelvo a subir el ritmo. De ahí al final paso mucho calor pero completo la carrera sin demasiado problema. Eso sí, los dos últimos kilómetros sólo soy capaz de pensar en meter las piernas en el río.
Llego a meta, beso a las niñas y a la directora, veo como se desmaya uno de los participantes, después cayó otro, me meto en el río...¡qué alivio! Y con el dorsal puesto y todo, alquilamos una barca y nos vamos a dar un paseo los cuatro, pero esa, ya es otra historia.
En cualquier caso, lo mejor de la carrera ha sido volver a ver a mis ex-compañeros de trabajo, a Javier, a Óscar,...volver a compartir carrera con Juanjo, Carlos, Tati y, ¡cómo no! conocer a personas como Stephane y Sonia, Pastrana y Pío.
Para la anécdota queda apuntar que mi tiempo en carrera fue de 48 minutos. Una sorpresa, porque tuve sensaciones de ir por encima de los 50 minutos. Demasiado calor. Y, es que se veía venir, nuestro equipo fue el último.

viernes, 6 de agosto de 2010

Desentrenos veraniegos

He salido a airearme. A estas horas y todavía en la oficina con el maratón de trabajo anual. Todos los años lo mismo. Esta semana completo cinco días sin entrenar y durmiendo poco y mal. Menos mal que se acerca el fin de semana y, en unos días más, las vacaciones. Me van haciendo falta.
Con tantas cosas por ver y aquí, entre cuatro paredes. Pero bueno, ¡que no decaiga el ánimo! 1, 2...1, 2, 3, ¡¡¡cañas!!!

Iba a poner esta otra, pero nadie me iba a creer (y llevaría parte de razón).

martes, 3 de agosto de 2010

XXXII Travesía a nado El Corte Inglés

Fotografía de Efrén Rodríguez

Media milla náutica, 925m, para un recorrido con forma de triángulo en la playa del Vao. Creí que la crónica sería algo así como "fui nadando hasta la primera boya, de ahí a la segunda y para la playa". No fue exactamente así y eso estuvo bien.
Llegué a la playa solo debido a imprevistos que trastocaron nuestros planes. La temperatura había bajado en relación con el sábado, 21ºC, y lucía el sol y soplaba el aire, haciendo ondear con fuerza las muchas banderas del patrocinador. Estaba animado. Mi primera travesía y había muchos participantes, más de cuatrocientos. El ambiente era festivo.
Unos ejercicios en la arena y entro en el agua para comprobar dos cosas. La primera que estaba tan fría como se suponía (neopreno prohibido). La segunda que el aire había levantado un oleaje que algún medio tildó de "ligero". Al periodista lo quería ver yo en el agua.
Se dio la salida y entramos corriendo en el agua. Vaya ensalada de...bueno, demasiados nadadores en poco espacio. Algunos siguiendo rutas imposibles. Cuando estábamos cerca de la primera boya una buena parte se ahorraron el giro, fácil más de 100m... Las olas nos hacían saltar y me acordaba de aquello de que hay que surfearlas. Bastante tenía con no tragar agua y buscar un ritmo imposible. De la segunda a la tercera boya sí lo conseguí y de ahí a la playa. Al final, fue eso, un bañito de menos de un kilómetro. No tengo ni idea de lo que me llevó, perdí el reloj en el agua, debió de ser el ligero oleaje. Sin embargo acabé muy contento, tuve la sensación de ir sobradísimo y eso que estoy entrenando muy poco desde Villameca.
Recogí la camiseta y el bocadillo y disparado a casa. Debajo de la ducha tardé un buen rato en entrar en calor. Y el domingo me esperan 2.500m también sin neopreno...