¿Alguien se anima a contar los participantes?
Hoy tenía previsto corre una carrera a pie de 10km, pero me acordé tarde de realizar la inscripción y no conseguí mi plaza. Pero como siempre hay un roto para un descosido, el amigo Juanjo se encargó de poner remedio lanzando un correo general en el que preguntaba "¿Alguien se anima a realizar la Travesía de Vilagarcía?". La verdad es que no estaba nada animado. Ahora que el verano toca a su fin y las temperaturas bajan, va y se le ocurre probar con su primera travesía y sin neopreno. Malos recuerdos los de nadar sin neopreono sobre una distancia tirando a larga, pero ¡qué no se hace por un amigo! El muy liante...
Estos dos no se toman muy en serio estas pruebas...
En fin, a las horas en que las personas normales recién acaban de llegar de farra y disfrutan de un merecido descanso, a esas horas desayunábamos para salir de Vigo. El día amaneció estupendo. La temperatura del aire en Vilagarcía era de poco más de 20ºC y soplaba un airecillo que no levatnó oleaje en la ría. Entre los participantes, los habituales de las travesías (ahora que voy por cuatro, y todas el mismo verano, sus caras me van sonando) y unos cuantos triatletas (que ya se sabe, se apuntan a un bombardeo). Saludo y risas. "Voy a pasar mucho frío", "no hombre, nos untamos bien con vaselina y ya está", "¿hace efecto?", "efecto placebo, crees que te aisla pero vas igual". Muchas risas y al barco, porque esta travesía tiene esta gracia: se reúne a un grupo de majaderos, entre los que se cuentan algunos nadadores de verdad, se les sube a un barco, este se aleja 1.800m de la costa (al menos) y, ala, a nadar. Sin probar el agua ni nada.
¡Corcholís! ¡No siento las manos!
Pues eso, se dio la salida. Dudé de si estaba en mis cabales, pero, ¡qué demonios!, me tiré al agua y a nadar. Primera sorpresa agradable: el agua estaba a buena temperatura. Primera sorpresa desagradable: apenas llevábamos unos minutos de travesía y oigo un silbato. Era por mi. Los jueces me advertían que había que nadar en dirección a Vilagarcía y no hacia Carril. Efectivamente, el "pelotón" marcha en el quinto pino, es un decir. Pues nada, yo a lo mío convencido de que iba el último.
¿Tardará mucho en llegar? Queremos el chocolate.
Y mira que era fácil la orientación. En línea recta la primera referencia era un faro, sin queja, se veía bien. La segunda una boya amarilla y la tercera una boya roja. Cerca del faro me alcanza un grupo de cuatro nadadores, mientras vaciaba el agua de las gafas. Con tanta vaselina, no se me ajustaron bien y ya en marcha, estas cosas no tienen fácil arreglo. Me uno a ellos y tiramos así hacia delante, porque la boya amarilla no la vi hasta que estábamos encima de ella. Me paré un poco y no ví la dichosa boya roja por ninguna parte. El grupito se estiró y me quedé con una nadadora sin intención de superarla. Total, si lo hacía me iba a desorientar. El caso es que algo se me estropeó porque cuando sacaba la cabeza del agua primero estaba a la derecha, después a la izquierda, después otra vez a la derecha y así sucesivamente hasta que ya me desesperé. Además, empezaba a tener frío. Definitivamente no era mi día.
Pero no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista. Así que llegamos a la boya roja y de ahí al puerto, que era de lo que se trataba.
Venga, ¡nos vamos a ver la F1 que hoy no me dan premio!
Posición, la última. Si nos ponemos matemáticos podemos decir que en el caso del Xocas se cumplió la ley de Pareto de una forma particular. Esta ley también se conoce como la ley del 80/20. Como había menos de 80 participantes y el Xocas suele quedar entre los 20 últimos, el resultado queda explicado. Con menos matemáticas habría que decir que hay que descansar más, orientarse mejor (en esta disciplina soy capaz de lo mejor y de lo peor, ¡qué bárbaro!) y entrenar más duro. Este invierno se me va a ver mucho con el gorrito verde por la piscina. Magnifíco recordatorio.
Por su parte, Juanjo había salido al menos diez minutos antes del agua. Debió de ser lo único en lo que acerté. Aterido de frío no sé si querrá repetir la experiencia de las travesías...