domingo, 30 de enero de 2011

Error de cálculo

¡Atención niños! A pesar de saber lo que hay que hacer, cuándo y cómo, no prestar atención puede pasar factura y, quizás por eso, he finalizado la semana cometiendo un error de cálculo. Pero bueno, mi autoestima no se resiente por ello, aunque hoy sobre la bici me haya arrastrado, más que volado.
Salí de Vigo a 22m sobre el nivel del mar, es decir, desde mi casa y a partir de ahí todo subida hasta el alto de Puxeiros. Es lo que tiene esta ciudad, o sales por la costa, o subes sin parar. Piano, piano, llegué al alto cuarenta minutos después. Un poco dormido, quizás notaba en las piernas el tute que me di el sábado por la tarde: una hora de entreno de carrera incluyendo series en cuestas, más hora y media de bici a continuación.
La bajada a toda velocidad hasta Porriño y de ahí a Ponteareas. De este tramo lo único destacable es una subida de dos o tres kilómetros con rampas que superan holgadamente los dos dígitos. Después unos kilómetros para atravesar Ponteareas e iniciar la subida al alto de Fontefría. Éste es un puerto cuya pendiente media es baja, menos del 4%, pero entre unas cosas y otras se encadenan 20km de subida que, como bien sé, pueden pasar factura. En Vilasobroso me di cuenta de que estaba subiendo más despacio de la cuenta, hasta la salida de la autovía subí despacio pero con fuerza. No obstante, llevaba un tiempo con cierta preocupación porque me estaba quedando sin agua. Es una situación que me agobia especialmente. A partir de ahí me arrastré hasta la cima, frenado por rachas de aire frío que acabaron de amargarme el día ciclista.
A esas horas ya tenía que estar llegando a Ribadavia, pero me quedaba la bajada. Claro que esto no es estrictamente cierto. Llegué tan justo que incluso me costó embalar la bicicleta, quizás también por el dichoso aire. Por otra parte, A Cañiza hay que subirla y ya se sabe que cuando las fuerzas son escasas cualquier rampita es un serio inconveniente. Pero ya estaba hecho. Al final, cuatro horas para una miserable media de 20km/h. Tres cuartos de hora más que la última vez que realicé este recorrido. 
Semana de altos y bajos. Unos días con sensaciones estupendas y otras arrastrándome por tierra, mar o aire. El test de 1.500m salió lento, el viernes me divertí en el agua a pesar de ciertas molestias musculares, el sábado me sentí pletórico, el domingo salió como salió. Menos mal que los populares tenemos media hora de pez y el próxmo fin de semana saldré con la misma ilusión de siempre. En la cuenta positiva, casi diez horas más de entreno.

miércoles, 26 de enero de 2011

Sobre dosímetros

Hace unos meses hice un viaje con escala en Zurich. La primera vez que pisaba suelo Suizo y, aunque sabía que sólo iban a ser unas horas, me hacía ilusión. Al llegar al control de seguridad vi que habían unas cabinas como esas que aquí se ponen en los colegios electorales. "Fíjate que civilizados, en lugar de cachear al que le toque a la vista de todos, preparan un lugar discreto". Pues que bien y que casualidad, me cachearon a la ida y a la vuelta. Y sí, la cabina era por discreción, más que cacheos aquellos fueron sendos magreos. Aquello colmó mi paciencia. Se acabó mi postura civilizada ante el abuso que suponen las medidas de seguridad en los aeropuertos. Poco después leí una noticia que me cargó de razón y cambié mi actitud.
Así que hace unas semanas saltó la alarma bajo el arco de seguridad. Con los mismos pantalones, camisa, zapatos y... bueno, vestido tal y como otras veces he pasado sin mayor inconveniente. Me pidieron cachearme y, ¡cómo no!, accedí con una sonrisa en la boca. Y así mientras me cacheaban y como si tal cosa pregunté:
- Oiga, ¿ustedes no llevan dosímetros?
- No sé que es eso. María, ¿tenemos dosímetros?
La empleada del escáner negó con la cabeza e inquirió:
- Dosímetros, ¿qué son?
- Son unos aparatos que sirven para medir la radiactividad -contesté mientras me toqueteaban la zona media-. Ya sabe, estos equipos emiten radiación y, aunque están protegidos, alguna fuga siempre puede haber.
- A nosotros la empresa no nos ha dado ningún equipo. No sabemos si hacen falta.
- Bueno, supongo que no, pero tampoco estoy seguro. Después de todo, una cosa es estar un rato junto al escáner y otra muy distinta estar sentado ahí durante ocho horas. La radiación se acumula.
- Pues aquí no sabemos nada de eso.
- No, nadie nos lo dijo.

Puede que algo de intranquilidad les hubiese creado. El cacheo finalizó y mi mini-acción subersiva terminó en ese punto. Recogí mis cosas, me vestí con calma y ¡lejos de la radiación! Ya sé, ya sé, es una pataleta y después he comprobado que en teoría no hace falta ningún control adicional a la propia seguridad de los equipos. Pero, ¡qué demonios!, si el sistema supone que yo soy un criminal, ¿por qué he de asumir que todos los equipos funcionan bien? Tengo que pensar en algo más divertido y desconcertante. Quizás si vocifero un poco diciendo que no me quiero quedar quieto junto a equipos radiactivos, que no quiero enfermar de cáncer. Podría poner los ojos vidriosos, que se me viera realmente acongojado... ¡uf! no sé si aguantaría sin reirme.

domingo, 23 de enero de 2011

Dominguero

Por segunda semana consecutiva entreno de viernes a domingo. La semana pasada sumé casi siete horas, ésta, casi cinco. Parece que me estoy conviertiendo en un deportista, bloguero y padre de familia dominguero. Me doy de plazo hasta las doce de esta noche para reconducir la situación.

Hoy tocaron menos de dos horas de bicicleta entre Ourense y Quins. Desde Ourense a Ribadavia por la margen izquierda del río Miño, recorrido absolutamente recomendable si, por ejemplo, va cayendo el sol, hace frío y se pedalea entre las hojas que caen de los árboles (así fueron las dos últimas veces). Desde Ribadavia a Quins, todo subir. Finalicé en la gasolinera donde dos aficionadas bajitas me recibieron bailando a coro y cantando un "te ganamos".

sábado, 15 de enero de 2011

Salud, dinero y amor

Tuvo la indecencia de ponerse en verde. El enemigo de la velocidad constante.

Estas Navidades, durante una de esas largas sobremesas hubo quien dijo que, como siempre, al año nuevo le pedía "salud, dinero y amor". Y hubo quien apuntilló inmediatamente: "¡Y en ese orden". Obviamente las tres cosas hacen falta, y aún así me sorprendió el comentario. Y mi sorpresa vino de que intuyo que por lo que se refiere al dinero, no pensábamos en las mismas cantidades y los mismos fines. Pero bueno, esta es la tónica de estos días y quizás yo esté equivocado. Ya hace años que me dijeron aquello de "quien pierde una buena mujer no sabe lo que gana" (y estoy seguro de que el otro genero podría opinar lo mismo). 
Otro más. Bueno, entrenamos las arrancadas en parada.

El Parador al fondo. No hace falta alojarse en él. El camino que lo rodea es muy bonito y gratis.

Todavía me pregunto si la máxima será cierta o no y puesto que dudo, deduzco que debe no serlo mucho y estoy bien servido. Como de dinero no me puedo quejar, aunque si tuviese más encantado, oiga. Todavía con una afonía de cuidado salí a pedalear esta tarde bajo un cielo gris y por la costa, como es de mi gusto. Y así, llegué a Bayona y vi el mar picado, como andamos muchos actualmente, y tuve que parar y tirar algunas fotos con el móvil. Un espectáculo gratuito para el que sólo hay que estar un poco atento. No me explico como no sale más gente a correr, pedalear, nadar o simplemente caminar.

Bienvenido 2011

Hace unos años Dunhill realizó la única campaña publicitaria que recuerdo de esta prestigiosa casa británica. En la fotografía de un anuncio se veía el interior de un coche, creo recordar que era un Jaguar, desde el asiento trasero. Conducía un hombre y no sabría decir si el coche estaba parado o no. Pero lo que llamaba la atención es que una pelota de cricket había impactado contra el parabrisas y allí estaba, y los jugadores estaban en medio de la carretera. Lo siento, pero por más que he buscado, no he podido encontrar dicho anuncio.
Me gusta aquel anuncio porque es como la vida misma. Ahora que algunos se preguntan si vivimos en una auténtica democracia, aquella fotografía nos revela que conducimos por carretera hechas por otros, que nos llevan a un destino que quizás habremos podido elegir, pero por un camino ya marcado. Claro que podemos salirnos de la vía, pero es todo más difícil, más arriesgado y quizás más pleno... pero el común de los mortales vive preso de sus prejuicios. Y sin embargo, no todo está bajo control. Una pelota de cricket te puede recordar que hay lugar para la sorpresa, incluso para el surrealismo, y con eso también hay que contar. Al menos hay que tratar de manejarlo.
Dos mil once ha comenzado como un vendaval. Hoy he entrenado por primera vez en toda la semana, y la pasada sólo sumé dos sesiones. Si ordeno familia, trabajo y deporte ese es el orden elegido y no va a ser posible hacer todo como preveía. Así, he renunciado a medias distancias en la primera mitad del año. No me quejo, hay una marea en la vida de los hombres y debo aprovecharla.