domingo, 30 de diciembre de 2012

Color

A la legua se le distingue...
 
Entre edificios grises, bajo un cielo gris, rodeado de parkas negras destaca el color, lo diferente, lo distinguido. Da igual que no fuese el más fiable, que incorporase avances técnicos que destruyesen su esencia. El paso del tiempo demuestra que el 911 es eternamente joven.
...no salió la baba, mejor.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Islandia

"Te conozco pero no te reconozco".
Había entrado en la peluquería para pedir cita y me topé con un antiguo compañero de la escuela. Estuvimos charlando un rato y me contó que a un conocido común le propusieron ir a trabajar a Islandia durante tres meses. Creo que la cosa fue de este modo: "O te vas, o te vas". Y claro, se va, a Islandia. No va contento, tres meses es suficientemente corto como para ir con su mujer e hijos. Suficientemente largo como para echarles de menos. Después, cuando le toque ir una semana al mes lo llevará mejor.
(La foto es de un tal Skarphéðinn Þráinsson y la tomé prestada de aquí.)

domingo, 23 de diciembre de 2012

Felices fiestas

Por si todavía queda alguien por aquí, aprovecho la ocasión para desearle unas felices fiestas.
Y por si todavía alguien tiene ganas de leer, una desiderata puede ser una buena lectura.
¿Preparados para 2013?

Go placidly amid the noise and haste,
and remember what peace there may be in silence.
As far as possible, without surrender, be on good terms with all persons.
Speak your truth quietly and clearly; and listen to others,
even to the dull and ignorant; they too have their story.
Avoid loud and aggressive persons, they are vexations to the spirit.
If you compare yourself with others, you may become vain and bitter,
for always there will be greater and lesser persons than yourself.
Enjoy your achievements as well as your plans.
Keep interested in your own career, however humble;
it is a real possession in the changing fortunes of time.
Exercise caution in your business affairs,
for the world is full of trickery.
But let this not blind you to what virtue there is;
many persons strive for high ideals,
and everywhere life is full of heroism.
Be yourself. Especially do not feign affection.
Neither be cynical about love;
for in the face of all aridity and disenchantment
it is as perennial as the grass.
Take kindly the counsel of the years,
gracefully surrendering the things of youth.
Nurture strength of spirit to shield you in sudden misfortune.
But do not distress yourself with dark imaginings.
Many fears are born of fatigue and loneliness.
Beyond a wholesome discipline, be gentle with yourself.
You are a child of the universe no less than the trees and the stars;
you have a right to be here. And whether or not it is clear to you,
no doubt the universe is unfolding as it should.
Therefore be at peace with God, whatever you conceive Him to be.
And whatever your labors and aspirations,
in the noisy confusion of life, keep peace with your soul.
With all its sham, drudgery and broken dreams,
it is still a beautiful world.
Be cheerful. Strive to be happy

Desiderata - Max Ehrman
En español, aquí.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Campionato galego de triatlón cross Bueu

¡Sano y salvo!
¿Se ve el mar batir al fondo?
 
Hace ahora una semana participé en el campeonato gallego de tri-cross. Estábamos en alerta naranja debido a las fuertes rachas de viento y se anunciaban lluvias. Si la bicicleta de montaña me impone respeto, con aquellas condiciones todavía más. Por si fuese poco, había reconocido el terreno y por un par de veces se me había venido a la cabeza aquello de "yo por ahí no bajo". Sin embargo, me pueden más las ganas de participar en estas pruebas y mejorar mis habilidades que el miedo.
Esta foto me parece buenísima.
 
Así, el domingo las señales eran contradictorias. Por la "vía rápida" hacia cabo Udra sonó el Build me up en la radio y me dije: todo va a ir bien. Pero llegué a la playa y allí no se podría ni surfear. Afortunadamente la organización se mostró muy capaz. Se decidió nadar en la playa de al lado, montaron una segunda transición y todo transcurrió con normalidad.
Con cara de sufrimiento
 
Me puse el neopreno para entrar en calor y mientras esperaba la señal de salida pensaba en la estrategia de carrera, ya decidida desde hacía días: nadar suave, sin gastar. No caerse en la bici. Correr, si se puede. La natación fue tal cual me imaginaba, sin agobios cubrí el recorrido y creo que molesté más que me molestaron. Un poco de oleaje cerca de las boyas, pero nada que no se haya visto en otras pruebas con bastante mejor tiempo. Me sorprendió salir en mitad del grupo.
Con soltura
 
La transición me la tomé con calma y hasta me puse la chaqueta ciclista. Después descubrí que fui el único que lo hizo, y el único al que no le arañaron las silvas. El circuito era a cuatro vueltas, con zonas rápidas y subidas y bajadas con un toque técnico. Algo de barro en algunas zonas y muchas piedras en otras. El aire molestaba en el extremo del cabo pero, en realidad, las condiciones atmosféricas no llegaron a añadir una gran dureza a la prueba. Con el propio terreno era suficiente.
Con esfuerzo
 
Como era de prever me dobló la cabeza de carrera y parte de la que no lo era. De hecho, la segunda persona que me dobló fue Bárbara Riveros que, a la postre, ganaría la prueba: la primera de chicas y chicos (bueno, y abueletes como el menda). En todo caso, disfruté como un enano, estaba dominando la bici y no me preocupaba que no pudiese ir más rápido. Eso lo dejaremos para futuras ocasiones. Sabía que tenía en el bolsillo el salir entero a pesar de las raíces, las rocas, las piedras sueltas y el barro.
La llegada a meta sin arco de meta
 
Después de la bici, ya solo quedó correr. Tal y como salí de la transición, tuve la sensación de que iba a ser capaz de llevar un buen ritmo, pero la primera cuesta fuerte me puso en mi sitio. El recorrido era bonito y, al menos eso, pude disfrutarlo. Porque por lo demás, las fuertes subidas y bajadas me estaban destrozando las piernas y, concretamente, los tibiales. De hecho, y muy a mi pesar, en una de las vueltas pasé de correr como Chiquito de la Calzada a caminar unos doscientos o trescientos metros.
La campeona
 
Este fue mi segundo triatlón cross y no contaba con hacer la bici sin caerme en algún momento. Me he divertido mucho, por lo que es posible que para el año haga el circuito gallego de duatlón cross. Mientras tanto, hoy vamos al triatlón da Amizade y, para la semana, bajamos el ritmo de entrenos (¡puaj!).

Las fotos las he tomado de aquí. Gracias a Julio Martínez por el préstamo.

jueves, 13 de septiembre de 2012

XIV Marcha cicloturista concello de Gondomar

 
A la cola, con el repelús que me dan, que si veo una cola cambio de opción. Pero no la había, si querías recoger tu dorsal, tenías que hacer cola y esperar pacientemente. Si la memoria no me falla, llevaba tres años sin apuntarme a una marcha y ésta fue mi segunda marcha de carretera. Recuerdo de la anterior que la diferencia entre tramo libre y neutralizado era inexistente. Y si esto era así, tenía que estar vivo para no quedarme fuera de juego en el kilómetro noventa y cuatro.

La marcha recorrería el sur de la provincia de Pontevedra. Un primer tramo neutralizado de unos sesenta kilómetros. La subida al alto de San Antoniño. Un segundo tramo de bajada también neutralizado. La subida al Monte Aloia, puerto de primera categoría. Y, si en un cruce dado se llegaba antes de treinta minutos después de que pasase el primer ciclista del pelotón, la subida al alto de Couso y vuelta a Gondomar. Si no, a Gondomar directamente. En total 106 o 98 kilómetros, dependiendo de la habilidad del primero y de uno mismo.

Evidentemente quería hacer el recorrido más largo posible, así que eché mis cuentas asumiendo que el tramo libre no lo sería y tomando como referencia los tiempos de paso que dio la organización. Por eso, cuando llegué al arco de salida y constaté que salía desde muy atrás me preocupé un tanto. Si no seguía a un buen grupo, probablemente no lograría mi objetivo.

Y se dio la salida. Temperaturas agradables, nubes y claros, buen ambiente y a rodar, que no hay nada mejor que hacer un domingo por la mañana. Al menos, eso queríamos creer. Mucho ha llovido desde aquella primera marcha de carretera y, sin embargo, he rodado muy poco en pelotón. A las primeras de cambio me descolgué del grupo con el que quería rodar. En realidad de una pareja compuesta por un tipo que no recuerdo y otro que llevaba una equipación del Garmin de hace años muy chula (la auténtica razón de mi elección). Y me descolgué porque se salió a toda pastilla. No daba enlazado y cuando miro el pulsímetro, éste marcaba 37km/h. Estaba claro que así fallecería más pronto que tarde, pero enlacé y al llegar a la glorieta de Nigrán y enfilar hacia Baiona, ya le había cogido el truquillo, no volví a salirme de la posición deseada.

Hicimos unos cincuenta kilómetros costeando. El entorno precioso. El ritmo era alto para ir en solitario, pero el efecto de rodar en grupo, más o menos pegados unos a otros, es increíble. Cuando llegábamos a un repecho había que acelerar, cuando bajábamos, frenar. Pronto comprendí que seguíamos con retraso el ritmo de cabeza. A medida que estaba más cerca de la cabeza del pelotón, menos se notaba. Era muy divertido. A pesar de que temía que la velocidad me pasara factura, una preocupación sin mucho sentido ya que por sensaciones y pulso iba fenomenal, solo el hecho de rodar como lo hacíamos era recompensa suficiente. Muchos iban charlando y yo, que no conocía a nadie, me entretenía escuchando retazos de conversaciones, fijándome en las bicis de otros y disfrutando de unas agradabilísimas sensaciones.

Llegamos a La Guardia, alguna zona estrecha, algunas caras que nos miran con sorpresa. Dejamos La Guardia, me preguntaba cuánto quedaría para el tramo libre y donde empezaría exactamente. Alguna vez había hecho el recorrido pero en sentido inverso, y estaba perdido. Me puse a jugar con el pulsímetro y llevábamos 54km a una velocidad media de 32,8km/h. Empecé a preocuparme de verdad pero, por otra parte, estaba siendo un auténtico tramo neutralizado. ¡Qué nivel el del aficionado ciclista! Y yo que creo que entreno de forma medianamente seria. En cualquier caso, nos desviamos de la carretera por la que íbamos, afrontamos alguna rampa, se ralentizo sin motivo aparente el ritmo, hubo una pequeña caída y llegamos a los pies del primer tramo libre. Estaba deseándolo.

La subida tiene dos partes. La primera sube al alto da Tebra. Las pendientes alcanzan los dos dígitos en algunas ocasiones pero, como todo en esta vida, la clave está en aplicar la máxima “poco a poco sube el mono al coco”. El límite está en el ritmo así que busqué el que me convenía. Dejé que me pasasen los más fuertes y adelanté a algunos que no supieron calcular o quizás no tenían su mejor día. No tenía intención alguna de cebarme puesto que el Aloia esperaba más adelante.
El ambientillo en el avituallamiento de San Antoniño
 

La verdad es que sabía que la subida era en dos tramos, pero creí que ya estábamos en el segundo, o… realmente no sé qué se me pasó por la cabeza. El caso es que en el alto da Tebra repartían agua. Agarré un botellín y supuse que era el avituallamiento que tocaba. El canario pedía a gritos que le cambiasen el agua. Bajé de la bici y me adelantó un buen grupo. Mientras, me preguntaba si no estaba prevista la entrega de avituallamiento sólido, ¿lo habría entendido mal? El caso es que, agobiado por perder buena referencias y quedarme a la cola del pelotón o, peor aún descolgado, bajé rápidamente hacia el alto do Couso, giré 180º y empecé la subida al alto de San Antoniño, sin saber lo que estaba subiendo. Vamos, una artistada de las mías. Subía a buen ritmo, con ganas, dispuesto a no dejar escapar a un grupito de cuatro o seis que llevaba delante. Y solo me molestaba el humo de la caravana de coches que se formó debido el al despliegue que la benemérita hizo para que pudiésemos girar con seguridad hacia el mirador. Llegaba pues al avituallamiento en donde nos reagrupamos.
Las vistas desde San Antoniño
Tras la parada, bajamos hacia Tui. Sin dar pedales, adelantaba a unos y otros. ¡Qué aerodinámica la de mi Cannondale y el Xocas! Tándem perfecto. Algunos ciclistas invadían el carril contrario. Velocidades altas en carretera cómoda todo el mundo divirtiéndose y, al llegar a una zona más poblada, frenazo en seco y se escuchan gritos de: “¡Cómo vuelva a ver a alguien invadiendo el carril izquierdo se disuelve la marcha y todos para casa!”. Quizás la advertencia no estuvo de más, pero a mí me dieron ganas de responder: “¡Cómo vuelvas a hacernos parar en seco te rajo las ruedas de la moto!” Quizás el muchacho no se dio cuenta de que parar de 60 a 0 en bici no se hace igual en moto que en bici. En fin. No le vamos a quitar la razón que la tenía, pero ya pudo haber elegido mejor el momento. Por otra parte, una vez en Tui llegaba la hora de la verdad: Aloia, siete kilómetros de pendientes superiores al 8%, un tramo de 450m con una pendiente media del 19%. Descansos cero, ¿para qué? Un home é un home.

No sé si llegué a hacer un par de kilómetros sin llegar a utilizar todo el desarrollo disponible: 34x27. Aún hace poco cambié el casete y me preguntaron si quería mantener las mismas coronas. Al menos, las mismas. Los metros se sucedían lentamente, parecía que las fuerzas acompañaban. No obstante el pelotón se estiró sin remisión y me quedé acompañado de unos pocos ciclistas con los que intercambiaba la posición a unos ritmos bastante lamentables. A medio camino, una familia de desalmados preparaba un pulpo al estilo de la feria que olía que alimentaban. Pero le echamos valor y continuamos la ascensión. Pronto dejaron de verse casas, el entorno es precioso. Aquello es un parque natural por un motivo claro.

Era mi tercer intento sobre el Aloia. La primera vez había fracasado con mi vieja Peugeot. El motivo fue que me perdí y pagué los kilómetros de más con un agotamiento de mis fuerzas a una distancia de la “cumbre” que, en aquel momento no conocía. Era mi primera vez en aquel monte y mi forma física no era la actual. La segunda vez lo logré sobre la dama de hierro, una Peugeot de montaña rígida (pero rígida de verdad, sin suspensión de ningún tipo). Fue en el transcurso de una marcha organizada por los Biciosos. Me había parecido hasta fácil o, al menos, ese es mi recuerdo actual. Sin embargo, el domingo sufría sobre la bicicleta. Cada kilómetro anunciaba una pendiente media superior a la del kilómetro anterior, y notaba que mis fuerzas menguaban. Hubo un par de momentos en los que casi me quedo parado sin bajar de la bicicleta. Pero no hay mal que cien años dure (ni cuerpo que lo resista) y llegamos al final de la ascensión con dificultad, pero sin echar el pie a tierra. Como corresponde.

Recogimos un botellín de agua y subimos una pequeña pendiente y, en ese momento, recordé que el primero no podía sacarme más de media hora. Un par de ciclistas me alcanzaron y comenzamos una bajada a todo trapo. Notaba mi pierna izquierda acalambrada. Bebí del bidón de sales, pedaleé con agilidad, recuperé la pierna. Uno de los tres nos descolgó. No quise pasar al que me precedía. Aunque me pareció que podía bajar algo más rápido, agradecía su referencia. Dejamos pasar a una moto de la benemérita que, de verdad, no sé cómo no se la pegó. Si es que van como locos. Lo bueno es que las curvas más peligrosas estaban muy bien señalizadas, por lo que los riesgos estaban bastante controlados. Bajamos durante lo que me pareció una eternidad y llegamos a Gondomar. ¿A Gondomar? ¿Y el alto do Couso?

Crucé el arco de meta y aún tardé en parar el pulsímetro debido al desconcierto. Si había hecho el recorrido por encima de mi previsión, mi media final fue de 27km/h, el primero ¿a qué velocidad había ascendido y bajado el Aloia? Pregunté a un par de personas y un motorista de la organización me dio la clave: “No sé cuándo llegó. Pasó destacado de los dos que le seguían y la moto no fue capaz de alcanzarle en la bajada”. Afortunadamente no era una marcha competitiva…

En todo caso, fue una gran mañana completada por unos pinchos estupendos que pude disfrutar en buena compañía. Durante los mismos se me acerco una joven entregando un papelito. Resulta que era información de María Sío, quien había estado haciendo fotos durante la marcha y te invitaba a que consultases su Web. Por un instante tuve el sentimiento de que estaba jugando a la lotería. Quizás tuviese suerte y encontrase una buena foto.

En conclusión, me parece que voy a tener que incluir más marchas en mis entrenamientos. Con el beneplácito del sensei, claro está.

miércoles, 22 de agosto de 2012

XII Triatlón de Ferrol

Las cuentas del gran capitán
Camino del matadero

- Dime filliño, ¿cómo te fue en la carrera?
- Bien. Hice las cuentas del gran capitán y no me salieron, pero hacía tiempo que no competía con tantas ganas. Así que fue muy divertido.
- ¿Y qué cuentas fueron esas?
Al ver los tiempos de Juanjo, ya sabía que lo iba a tener difícil
 
- Pues mira. Para clasificarse para el campeonato gallego hay que correr en elite. Como había 60 clasificados antes de Ferol y en las carreras de elite no suele haber muchos más que 60 corriendo, me dije que, aunque no corriesen todos los clasificados y se apuntasen algunos más, pasando el tiempo de corte podría llegar a clasificarme.
- Ya...¿y entonces?
Ayudando a Pablo Dapena, segundo clasificado
 
- Entonces se apuntaron bastantes más y corrieron bastantes menos clasificados. Pero bueno, vino Gómez Noya y ha sido un honor compartir la salida, porque después no seré yo quien le siga...
- Y ese, ¿quién viene siendo?
Una pareja bien avenida, no había margen para hostilidades.
- ¡Hombre abuela! Si acaba de ganar una medalla olímpica.
- ¿En qué?
- ¿En qué va a ser? En triatlón, claro.
- ¿Es bueno entonces?
- Sí, abuela, sí. Es muy bueno. ¿Pero tú no me preguntabas por mi carrera?
Misión cumplida: nadar como nunca.
 
- Ay sí, claro, ¿ganaste?
- No abuela, no gané, no gano ni a las chapas.
- Pues entonces no sé para que vas.
- Manda ca... en fin, te resumo rápido: nadé como nunca, concentrado y recto, de boya a boya, dejé a media docena detrás y...
Dos legales, dos tramposos.
 
- ¿Media docena?
- Sí abuela... de triatletas.
- Claro filliño, ¡no iban a ser huevos! ¿Pero no dijiste que érais bastante más de 60?
- Y también te dije que no ganaba las carreras.
- Y el chico ese ¿ganó?
No logré el ritmo que esperaba. Hay que seguir trabajando.
 
- Ganó, salió el primero del agua y Pablo Dapena a sus pies, cogieron la bici y se fueron volando. Al final de la primera vuelta ya me doblaron. A mi me perjudicó que la transición era muy larga, calculo que correríamos más de un kilómetro antes de salir de boxes.
- ¿Pero no salíais del agua?
- No sé, creo que no me estás siguiendo...
Ni se despeinó
 
- Yo de aquí no me muevo.
- ¡Uf! El resumen del resumen: nadé bien, hice una buena transición pero no pillé grupo y haciendo la bici en solitario no llegué a mejorar el tiempo de corte.
- Entonces, esos chicos pillaron y ganaron, ¿no?
- Pillaron y ganaron...a esos no hay quien los pille. Simplemente ganaron.
No fue un día de gloria, pero me ha gustado la experiencia. Volveré a intentarlo.

lunes, 6 de agosto de 2012

II Triatlón de Arteixo

Un resultado inesperado
Por razones que no vienen a cuento, llegué a Arteixo completamente desmotivado. Sin un objetivo claro, simplemente iba a competir por inercia. Para más INRI, Juanjo no estaba mucho más animado y nos entretuvimos en una charla intrascendente, en lugar de calentar en condiciones. El agua estaba fría, no me apeteció dar unas brazadas de calentamiento, y si no fuese por el precio de la inscripción, los peajes, la gasolina y la comida, me hubiese dado media vuelta.
Pero allí estábamos, sonó la bocina y nos metimos en el agua. Un buen paseo antes de poder nadar me situó a cola del grupo. Traté de nadar con ritmo y tuve la impresión de que mis compañeros de agua estaban un tanto desviados. No era así, en el colmo del despiste, creía que se nadaba en el sentido de las agujas del reloj y era al revés. Bien pude haberme saltado la primera boya, la vi a dos metros a mi derecha, pero hacer trampas no va conmigo. Nadé hacia la boya, la rodeé y traté de estar más atento. Al hacer pie en la orilla comenzamos a quitarnos el neopreno. Craso error. El fondo se volvió más profundo y el agua nos cubrió hasta el pecho. Nadamos con el freno del neopreno y a la desmotivación se sumó el cabreo.
Hice que corría por la orilla y, al ver las escaleras, me dije que las iba a subir deprisa Rita la cantadora. Mano al pasamanos, peldaño a peldaño, y pensando en qué haría después, ¿pedalear o pasear?
En cualquier caso no salí muy mal del agua y un pequeño grupo del que conocía a algún integrante estaba a pocos metros. Subí la primera cuesta sin quitar el plato y los alcancé. Llevaban un ritmo muy cómodo así que, llevado por la inercia del día me dije que me dedicaría a vivir a cola del grupo sin esforzarme hasta la transición.
Por eso no entiendo lo que sucedió. El segmento consistía en cuatro vueltas a un circuito sube y baja con un tramo llano. Entre los sube una cuesta larga y un repecho duro. Pues bien, justo antes de llegar a esa primera cuesta larga vi a otro grupo más numeroso unos metros por delante. Y ni lo pensé. Arranqué a subir con la intención, ilusión, de alcanzarlo. No miré atrás. Y rompí el grupo en el que tan cómodamente viajaba. Llegué a la cima sin aliento. Me había llevado a un triatleta de Porriño que me animó por mi acción y se fue a por el grupo, mientras yo pensaba en la estupidez que había hecho. Poco tiempo después me alcanzó Pablo Fuentes. Me había metido en carrera y me desquité haciendo un buen segmento ciclista para mi nivel.
Empecé la carrera con tres mini-objetivos y una idea fija: correr al menos tan rápido como el año anterior. Y eso hice. El calor iba en aumento y me encontraba relativamente bien. Al pasar por un avituallamiento me eché una botella de agua por la cabeza para sorpresa de un espectador ("¡Ay, Dios!"), que estaba claro que no había visto muchos triatlones. Durante los últimos metros, con los deberes ya hechos, me dediqué a mantener el ritmo. Perdí un par de puestos, a pesar de que hice un flojo intento por conservarlos. La verdad es que acababa contento algo que había empezado mal, pero acababa bien.
Y esto me ha dado que pensar. Hice mi mejor clasificación relativa, con mucha diferencia, y absoluta en el circuito gallego, a pesar de realizar un primer segmento penoso. Justo el día en el que no me apetecía competir y, por ese motivo, tardé en entrar en carrera. Y también después de cuatro fines de semana consecutivos compitiendo. Ahora sí que me tarda la siguiente carrera.

lunes, 30 de julio de 2012

XII Triatlón Cidade de Pontevedra

No se conforma quien no quiere
El puente de los tirantes


Pues eso. Tres años participando en GGEE 35-39. En 2010 quedé de penúltimo y me clasifiqué porque bastaba con rematar la carrera. La directora no quiso viajar a Pulpí y con el poco mérito que tuvo la clasificación a mí tampoco me apetecía demasiado. No me he arrepentido. En 2011 dejé a unos pocos detrás. Aún menos mal, fue el primer tri de la temporada y estaba falto de ritmo. En 2012 hice mi mejor participación, pero esto fue claramente insuficiente. Habrá que seguir trabajando porque algún año sí que me gustaría clasificarme. Eso sí, ya no será en este grupo de edad.
De puente a puente y tiro porque me lleva la corriente


Y la prueba fue como sigue. La natación sin neopreno. No estuvo mal, pero no hice mi mejor actuación porque empecé un tanto descolocado. Salí desde atrás y me estorbaron algunos participantes. La "anécdota" ocurrió cuando ya enfilaba el pantalán de salida. Un triatleta de los que salían en la tanda posterior chocó conmigo. No satisfecho, apoyó ambas manos en mi espalda para asegurarse de que iba en la dirección correcta y continuó como si yo fuese un tronco que flotaba por ahí. Si los maleducados volasen, no se vería el cielo.
Por si alguno pensaba que no me esfuerzo en las carreras

En la bici no sé que pasó. Los grupos me adelantaban y por más que lo intentaba, no conseguía engancharme a ninguno. El circuito, por si fuera poco, tenía su miga. No por la cuestecilla, que se llevaba bien, sino por las glorietas. En la primera vuelta, creyendo que el carril bici era parte del recorrido ciclable, descubrí que estaba equivocado. Lo descubrí porque de repente me encontré sobre la acera sin margen para hacer otra cosa que saltar al asfalto. Menos mal que estas artistadas no se me dan del todo mal. Sudando la gota gorda, mantuve un parcial aceptable.
Juanjo mirando el panorama. Es lo que tiene clasificarse por segunda vez.

Y en la carrera a pie, pues bueno, a sobrevivir, porque pronto descubrí que el calor me pasaba factura y no era capaz de llevar el ritmo que me hubiese gustado. Es decir, no el que me hubiese gustado, sino el que podría de estar algo más fresco.
Los auténticamente rápidos: el podio + 1, Pablo Dapena el peligro rubio.

Así que no estuvo mal. Al menos no me hicieron el afilador como al compañero Pablo Fuentes que acabó con sus huesos en la carretera, ni me sacudieron en la natación como al amigo Juanjo (Juanjo, a ver si es que estás perdiendo tono muscular y te notaron blandito, je, je, je).

jueves, 19 de julio de 2012

II Triatlón Porto de Cancelo e Concello de Poio

Antes de nada quiero felicitar a Pablo Dapena que venció en la prueba. Un fenómeno. Estoy seguro de que será el primero de muchos triunfos.
También es mala pata que para un día que salgo pitando, va y gana la prueba.

Pim, pam, puf

La calma antes de la partida

A ver, ¿salgo a reventar? ¿Conservo para el clasificatorio de Pontevedra? Como si fuese a clasificarme...Da igual, que sea lo que tenga que ser. Trato de ir todo lo rápido que pueda y me la juego. Si algo he aprendido de los sprint es que aplica el "Dios proveerá". Es suficientemente corto como para gastar más de la cuenta en un segmento y no merece la pena conservar demasiado. Al menos, a mi nivel. Aunque puede que esté equivocado.
Agua tranquila, agua batida

El mono de vestir está causando sensación en el circuito gallego.

Este año tampoco calenté. Estas carreras son un auténtico rollo antes de empezar. Se hace cola para todo, no hay sitio para hacer nada en condiciones. Lo llevo fatal. Aún encima, hay veces en que el ambiente está hasta enrarecido. Menos mal que el tiempo vuela y al poco ya estaba en el agua. Me meto en medio del fregado y, después de la segunda boya, un paisano del Inforhouse y el Xocas se dirigían a la playa en lugar de ir al puerto. Otra vez desorientado, me lo tengo que mirar. Me grita, levanto la cabeza, corregimos la trayectoria y apretamos. Salgo del agua en menos de 13 minutos. El año pasado me quedó la espina clavada de no bajar de los 14 y el domingo mejoro mi tiempo en este circuito en más de un minuto. Así debería de ser siempre.
A cola de grupo...

...y teniendo que enlazar en todos los giros, mientras el resto sonríe.

Transiciono en mi estilo y se me escapa el grupo con el que me monté en bici. En seguida estoy con otros compañeros. No hay entendimiento y la estrechez del circuito me pone alerta. Uno de los triatletas es harto nervioso. Arranca, para, va de un lado a otro. Me disgusta. No soy capaz de asegurar que lo haga mejor, pero intuyo que algo no marcha y en la cuesta del final de la primera vuelta lo adelanto. Se la pega él solo poco después.
Salir, salí con ganas pero con pocas fuerzas.

Y es que la cuesta cuesta.

Voy todo el tiempo en grupo. No tan rápido como en A Coruña pero a un ritmo digno. Me gustaría un punto más, pero no tengo fuerzas para pelearme con el aire. Así que utilizo los frenos más de lo que nunca haya hecho, porque la tónica de nerviosismo continua. No sé meter el manillar y vivo al final del grupo. Hacia la mitad del segmento nos absorbe el grupo de Anta y, en un descuido acaban yéndose para hacer solos la última vuelta. Maldigo mi poca habilidad. Tenía fuerzas para ir en ese tren. En cualquier caso, mejoro en tres minutos el tiempo del año anterior. No era difícil, bastaba con no salirse de la calzada e ir en grupo.
¡Hasta el próximo!

La carrera a pie es de supervivencia. Normalmente pierdo un montón de puestos en la bici y conservo en la carrera. En Poio perdí posiciones en la carrera. Dos cuestas de órdago tres veces y unos 500m llanos. Soy capaz de hacer una media de aprobado raspado, pero eso no quita que corra medio minuto más lento que el año anterior. En total, ¡24 minutazos! En todo caso, mejoro en más de veinte puestos mi participación de 2011. A este ritmo me clasificaré para el campeonato gallego cuando se acabe la crisis...

Y finalizo también con un agradecimiento a Santiago, dorsal 140, a quien no conozco personalmente. Un agradecimiento porque se trae a su cuñado Ángel, compañero de trabajo, quien me ha cedido las fotos para la entrada. Excepto la primera y la última que las he tomado prestadas del caralibro.
 

I love Rock and Ruuz

Siempre tuve curiosidad por saber qué se sentía al correr con unas voladoras. Por eso al ver el precio de derribo de las K-Ruuz, me las compré. Medio número menos de lo que suelo llevar porque era lo que había y, casualmente, me van como un guante.
La mayor me ha dicho que son una horterada, pero yo pienso que van fenomenal con el chándal de la selección olímpica. Las cosas como son. También dijo que eran muy ligeras y esto sí que no es discutible. La suela es fina de verdad. Me gusta la sensación, pero podrías sentir si pisas a una hormiga.
Hoy he salido a estrenarlas. Tocaba uno de esos entrenamientos fraccionados y, bruto que es uno, he hecho algo menos de doce kilómetros. El resultado son unos gemelos un poco cargados y una pequeña ampolla. Tan poca cosa que ni merece la foto.
Me resulta curioso que, cuánto más rápido vas, mejor se sienten. En fin, que están hechas para el podio, no como el menda. Mala suerte para ellas, porque yo voy la mar de contento.Estas van a ser carne de sprint, quizás de olímpico también.

lunes, 16 de julio de 2012

Ilusión

Este anuncio me ha encantado. Yo podría haber sido ese niño, incluso hoy. La directora deportiva está cansada de oirme decir que la ilusión es la fuerza que mueve el deporte popular. Es más, pienso que la ilusión es una de las palancas que mueve el mundo. (Y también la codicia, la ambición, el orgullo, la lujuria...¡ah! y el amor, allá por la posición sesenta o sesenta y nueve.)
Cuando un aficionado se compra una nueva bici, unas ruedas de perfil alto, lo último en zapatillas, no mejora tanto por las pequeñas mejoras técnicas como por el plus de ilusión. En fin, mejor no os cuento el capricho que me he dado hoy gracias a mis papis y las rebajas...