miércoles, 22 de agosto de 2012

XII Triatlón de Ferrol

Las cuentas del gran capitán
Camino del matadero

- Dime filliño, ¿cómo te fue en la carrera?
- Bien. Hice las cuentas del gran capitán y no me salieron, pero hacía tiempo que no competía con tantas ganas. Así que fue muy divertido.
- ¿Y qué cuentas fueron esas?
Al ver los tiempos de Juanjo, ya sabía que lo iba a tener difícil
 
- Pues mira. Para clasificarse para el campeonato gallego hay que correr en elite. Como había 60 clasificados antes de Ferol y en las carreras de elite no suele haber muchos más que 60 corriendo, me dije que, aunque no corriesen todos los clasificados y se apuntasen algunos más, pasando el tiempo de corte podría llegar a clasificarme.
- Ya...¿y entonces?
Ayudando a Pablo Dapena, segundo clasificado
 
- Entonces se apuntaron bastantes más y corrieron bastantes menos clasificados. Pero bueno, vino Gómez Noya y ha sido un honor compartir la salida, porque después no seré yo quien le siga...
- Y ese, ¿quién viene siendo?
Una pareja bien avenida, no había margen para hostilidades.
- ¡Hombre abuela! Si acaba de ganar una medalla olímpica.
- ¿En qué?
- ¿En qué va a ser? En triatlón, claro.
- ¿Es bueno entonces?
- Sí, abuela, sí. Es muy bueno. ¿Pero tú no me preguntabas por mi carrera?
Misión cumplida: nadar como nunca.
 
- Ay sí, claro, ¿ganaste?
- No abuela, no gané, no gano ni a las chapas.
- Pues entonces no sé para que vas.
- Manda ca... en fin, te resumo rápido: nadé como nunca, concentrado y recto, de boya a boya, dejé a media docena detrás y...
Dos legales, dos tramposos.
 
- ¿Media docena?
- Sí abuela... de triatletas.
- Claro filliño, ¡no iban a ser huevos! ¿Pero no dijiste que érais bastante más de 60?
- Y también te dije que no ganaba las carreras.
- Y el chico ese ¿ganó?
No logré el ritmo que esperaba. Hay que seguir trabajando.
 
- Ganó, salió el primero del agua y Pablo Dapena a sus pies, cogieron la bici y se fueron volando. Al final de la primera vuelta ya me doblaron. A mi me perjudicó que la transición era muy larga, calculo que correríamos más de un kilómetro antes de salir de boxes.
- ¿Pero no salíais del agua?
- No sé, creo que no me estás siguiendo...
Ni se despeinó
 
- Yo de aquí no me muevo.
- ¡Uf! El resumen del resumen: nadé bien, hice una buena transición pero no pillé grupo y haciendo la bici en solitario no llegué a mejorar el tiempo de corte.
- Entonces, esos chicos pillaron y ganaron, ¿no?
- Pillaron y ganaron...a esos no hay quien los pille. Simplemente ganaron.
No fue un día de gloria, pero me ha gustado la experiencia. Volveré a intentarlo.

lunes, 6 de agosto de 2012

II Triatlón de Arteixo

Un resultado inesperado
Por razones que no vienen a cuento, llegué a Arteixo completamente desmotivado. Sin un objetivo claro, simplemente iba a competir por inercia. Para más INRI, Juanjo no estaba mucho más animado y nos entretuvimos en una charla intrascendente, en lugar de calentar en condiciones. El agua estaba fría, no me apeteció dar unas brazadas de calentamiento, y si no fuese por el precio de la inscripción, los peajes, la gasolina y la comida, me hubiese dado media vuelta.
Pero allí estábamos, sonó la bocina y nos metimos en el agua. Un buen paseo antes de poder nadar me situó a cola del grupo. Traté de nadar con ritmo y tuve la impresión de que mis compañeros de agua estaban un tanto desviados. No era así, en el colmo del despiste, creía que se nadaba en el sentido de las agujas del reloj y era al revés. Bien pude haberme saltado la primera boya, la vi a dos metros a mi derecha, pero hacer trampas no va conmigo. Nadé hacia la boya, la rodeé y traté de estar más atento. Al hacer pie en la orilla comenzamos a quitarnos el neopreno. Craso error. El fondo se volvió más profundo y el agua nos cubrió hasta el pecho. Nadamos con el freno del neopreno y a la desmotivación se sumó el cabreo.
Hice que corría por la orilla y, al ver las escaleras, me dije que las iba a subir deprisa Rita la cantadora. Mano al pasamanos, peldaño a peldaño, y pensando en qué haría después, ¿pedalear o pasear?
En cualquier caso no salí muy mal del agua y un pequeño grupo del que conocía a algún integrante estaba a pocos metros. Subí la primera cuesta sin quitar el plato y los alcancé. Llevaban un ritmo muy cómodo así que, llevado por la inercia del día me dije que me dedicaría a vivir a cola del grupo sin esforzarme hasta la transición.
Por eso no entiendo lo que sucedió. El segmento consistía en cuatro vueltas a un circuito sube y baja con un tramo llano. Entre los sube una cuesta larga y un repecho duro. Pues bien, justo antes de llegar a esa primera cuesta larga vi a otro grupo más numeroso unos metros por delante. Y ni lo pensé. Arranqué a subir con la intención, ilusión, de alcanzarlo. No miré atrás. Y rompí el grupo en el que tan cómodamente viajaba. Llegué a la cima sin aliento. Me había llevado a un triatleta de Porriño que me animó por mi acción y se fue a por el grupo, mientras yo pensaba en la estupidez que había hecho. Poco tiempo después me alcanzó Pablo Fuentes. Me había metido en carrera y me desquité haciendo un buen segmento ciclista para mi nivel.
Empecé la carrera con tres mini-objetivos y una idea fija: correr al menos tan rápido como el año anterior. Y eso hice. El calor iba en aumento y me encontraba relativamente bien. Al pasar por un avituallamiento me eché una botella de agua por la cabeza para sorpresa de un espectador ("¡Ay, Dios!"), que estaba claro que no había visto muchos triatlones. Durante los últimos metros, con los deberes ya hechos, me dediqué a mantener el ritmo. Perdí un par de puestos, a pesar de que hice un flojo intento por conservarlos. La verdad es que acababa contento algo que había empezado mal, pero acababa bien.
Y esto me ha dado que pensar. Hice mi mejor clasificación relativa, con mucha diferencia, y absoluta en el circuito gallego, a pesar de realizar un primer segmento penoso. Justo el día en el que no me apetecía competir y, por ese motivo, tardé en entrar en carrera. Y también después de cuatro fines de semana consecutivos compitiendo. Ahora sí que me tarda la siguiente carrera.