domingo, 19 de mayo de 2013

Duatlón inverso

(Un poco de música para escuchar de fondo.)
Ayer fue día de bautizo. Bautizo vespertino. Siempre me pasa igual: con los aperitivos ya había cenado, después llegan los platos y no soy capaz de hacerle el feo a los anfitriones. Todo estaba riquísimo y cené como un animaliño. Y es sabido, de grandes cenas están las sepulturas llenas. Dormí con una bola en el estómago y desperté con ella.
Y hoy era día de tute. Desayuné ligero, le di un beso (o dos, ¿o fueron tres?) a la directora deportiva y me fui a pedalear. El programa decía terreno llano - ondulado lo que quiere decir que hay que ir hacia Bayona por la costa. La meteorología decía nubosidad variable: brisa fría, a veces un cuarto de rayo de sol, a veces unas gotas de lluvia. Cambios de ritmo y buenas sensaciones.
Transición y a correr. Estrenaba zapatillas dudando de si había acertado. Tenía un pie tan frío que no sentí los dedos hasta pasados diez minutos. El otro pie bien, gracias (yo tampoco me lo explico). Cansado para contento rematé la carrera y me subí a la bici para pedalear un ratillo y soltar. Como a muchos, creo que no me importaría dedicarle más tiempo a esto. Te hace sentir vivo.

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