jueves, 29 de abril de 2010

VIII Dúatlon Cidade de Santiago

A este paso ya ni escribo
la crónica del duatlón.
No es que tenga especial razón,
fue apurado el camino.

¿Qué destacar de un sprint?
Pues mencionar a la afición:
Megamán, Mateo y Tri,
las directoras lo mejor.

¿Qué decir de mi carrera?
Que hice lo que he podido,
tan lento como se espera,
afrontando mi destino.

Eso sí, he mejorado,
aunque por margen escaso,
porque desde Lugo entendí
que aquí se viene a competir.

Al final un toque agrio
mis gemelos protestaron,
días después mejoraron,
pero es un mal presagio.

Estoy hecho un piltrafilla
tendré que tomar de aquellas
¡cuando baje la marea!
(A ver si me dan vidilla.)

(Gracias a Mateo a mi directora por las fotografías; y a los mismos, más las pequeñas, Ana y Megamán por los ánimos y consejos durante la carrera. Como comprobasteis, estos últimos los olvido casi al mismo tiempo que los escucho.)

martes, 27 de abril de 2010

Un cuento

Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios ATUNES muy grandes.
El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo. El mexicano replicó: Oh! Sólo un ratito.
Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para coger más peces. El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia.
El norteamericano volvió a preguntar: ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?
- Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.
El norteamericano dijo con tono burlón:
- Soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande. Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.
- Pero señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?
- De quince a veinte años.
- Y luego ¿qué?
El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:
- Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.
- ¿Millones, señor? Y luego ¿que?
- Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.
- Bueno, pero eso es lo que hago ahora señor ¿Por qué tengo que esperar veinte años?

domingo, 25 de abril de 2010

Mi primer neopreno, ¡chispas!

Sólo Tri está más blanco que yo (y fuimos los únicos que nos bañamos)

En realidad debería decir mi primer baño con neopreno. Hoy amaneció un día primaveral en Vigo: sol, veinte grados, ideal para probar el neopreno que me prestó Juanjo. Así que me fui a una cala cercana con la directora deportiva, la pequeña, mi padre y mi perro Tri. Como se puede comprobar, el Xocas siempre se desplaza bien acompañado.
El año pasado participé en mis tres primeros triatlones y en todos ellos nadé sin neopreno. Como no, mis resultados no fueron gran cosa, así que durante el invierno he nadado bastante más a fin de mejorar un poquitín. Pero como además sabía que con el traje de negro se nada más rápido, tenía curiosidad por comprobar como de cierto era esto. Puse el sensor del GPS dentro del gorro y al agua.
¡Santo cielo! ¡Cuatro minutos menos que sin neopreno! ¿Estará bien este cacharro?

Tras veintiún minutos de prueba pude comprobar que:
1. Efectivamente, se nada mucho más rápido. Porque vale que el agua salada ayuda, vale que he nadado más y por tanto debería ir mejor, pero es que mil doscientos metros en veintiún minutos sin esforzarme gran cosa me han dejado realmente sorprendido. ¿Se puede equivocar tanto un GPS?
2. Si recomiendan que se utilice vaselina, por algo será. Sobran más explicaciones.
3. Este año habrá que grabar algún video durante las transiciones. Intentar quitarse el neopreno a toda velocidad con el mareo que me da al salir del agua va a ser realmente divertido, para los espectadores, claro.
4. Va a ser cierto que con buen material se obtienen ayudas extra significativas. ¿Alguna recomendación para unas ruedas nuevas? Aunque para la carrera a pie...habrá que seguir entrenando.
La primavera, el verano...¡empieza lo bueno!

Como conclusión, sólo una: ¡qué bueno que empiezan los primeros baños en el mar!

sábado, 24 de abril de 2010

De bien nacido...

Estimado Sr. Presidente:

No puedo por más que agradecerle la pronta respuesta a mis demandas. Además, es justo reconocerlo, el resultado ha superado mis expectativas. La sorpresa de haber adoptado el lema propuesto desde este humilde blog, me emociona sinceramente. Ahora toca corresponder con el esfuerzo que se requiere.

Sé que es difícil liderar un grupo heterogéneo como el nuestro, en el que conviven atletas de gran nivel con otros no tan buenos (no será hoy el día en el que me mortifique). A lo largo de la temporada son muchos los momentos difíciles, las esperas bajo la lluvia, el frío o el calor, aunque de éste último todavía esperamos su aparición. Sin embargo y pese a todo, ahí estamos, los veteranos y los novatos, y creo que no me equivoco si afirmo que nuestra vocación es la de ser un club con presencia y buenos resultados, en el que impere la camaradería. Prueba evidente de ello es el subcampeonato de España de duatlón en la categoría clubes junior, conseguido hace pocos días.

Sin más, aprovecho para animarle en su dura labor y, agradeciéndole nuevamente su atención, me retiro, que hoy toca descansar y mañana o pasado ya escribiré la crónica de la carrera. Como no, le envío un cordial saludo a usted y a los suyos.


Sinceramente,
Xocas
Os dous de sempre

viernes, 23 de abril de 2010

Los forzados de la carretera. Tour de Francia 1924

El año pasado leí u oí una entrevista a un ciclista de cuyo nombre no me acuerdo. Fue durante el Tour. Se quejaba de que hoy en día no se valora el esfuerzo que hacen los ciclistas, que sólo se aprecian las grandes gestas del ciclismo clásico, cuando se corría por carreteras infames y con unos medios algo más que precarios. En aquel momento pensé que los ciclistas son muy esforzados, pese a todo ese mar de fondo del ciclismo profesional, pero ahora...no sé. Sin duda los esfuerzos y sacrificios son increíbles, pero he leído el libro de Albert Londres.
Al parecer Londres fue un pionero del periodismo de investigación. Aunque sus crónicas estaban habitualmente ligadas a temas "serios", en 1924 siguió el Tour de Francia de 1924. Las crónicas de aquellos días se recogen en el libro "Los forzados de la carretera. Tour de Francia 1924". No tienen desperdicio, se intuye lo que vendrá, pero también lo mucho que ha cambiado todo. Aquellos pioneros eran hombres de leyenda y, posiblemente, ni lo supieran.
Atravesamos Las Landas. Aún no hemos acabado de cruzar Las Landas y tenemos tiempo para contar, gota a gota, la resina que cae de los árboles en pequeños tazones. Las cigarras comprenden que el paisaje se ha vuelto pesado; ellas también se ponen con ensutiasmo a frotar la piel de su vientre con los extremos de sus patas en nuestro honor. El contierto no está mal pero yo prefiero la guitarra.
Han salido a las diez de la noche de Les Sables; llegarán a las seis y media de la tarde. En esta etapa sumarán veinte horas y media de sillín.
- ¿No creéis que nuestras mdres tendrían razón si nos las encontráramos en Bayona para darnos una zurra?-dice Tiberghien.
Llegamos a Castets y alguien se despierta. Tres hombres se largan. Uno pincha, es para pegarse un tiro en la sien. Dos se lanzan por el interior... Pequeño golpe de efecto... Son "segundones".
Omer Huysse es el que logra batir a los ases. ¡Bien jugado!
¡Y bien! ESto no es nada. Los dos mil cuarenta y cuatro kiómetros recorridos no son más que el prólogo. La fiesta comenzará el jueves, así lo quiere la canción de la carretera: "Se acabó el paseo, mañana llegan los Pirineos".
Quinta etapa del Tour de 1924, la más larga de toda su historia: 482km.

miércoles, 21 de abril de 2010

Duatlón Cross de Allariz


Estimado Sr. Presidente:
Permítame unas lineas para tratar un asuntillo de interés mutuo. Como ya sabe, el pasado domingo me fui hasta Allariz con Juanjo, destacado miembro de nuestro bien querido club, el  CT Galaico Cidade de Pontevedra. Fue tan amable de recogerme en mi casa, cosa que le agradezco mucho, y realizamos un viaje muy grato que aprovechó para contarme unas mentirijillas sobre el circuito de bici, como que discurría por pistas anchas y era muy facilito. Nada de esto era cierto, pero bueno, tampoco es que importe demasiado cuando ya no hay vuelta atrás.

El pueblo de Allariz es uno de los más bonitos de Galicia, así que tampoco era difícil que la carrera también lo fuese. Esta discurría por las afueras y las distancias eran un poco raras. Más largas las carreras a pie y más corto el sector ciclista. De hecho, mucho más corto de lo anunciado la organización, trece kilómetros. En esta ocasión, nos dio tiempo a calentar razonablemente, pese a que nos cuesta cerrar el pico y nos despistamos con cierta facilidad. Pero bueno, a la hora convenida estábamos detrás de la imaginaria línea de salida y, fieles a la costumbre, detrás del pelotón. Por cierto, un pelotón muy poco numeroso.

El primer sector lo hice como siempre, arrastrándome a un trote poco menos que cochinero y es que mis habilidades no dan para más. Con la excusa de haber dormido poco Juanjo me acompañó durante dos de las tres vueltas, haciendo un esfuerzo enorme para que no se notase mucho que iba de paseo. Después se fue porque tenía prisa, pero lo pasé durante la transición (sí, en esta ocasión anduve bastante ligero). En el sector ciclista saltó la sorpresa, Jesús del Club Triatlón Beariz se presentó en marcha, declarándose seguidor de este humilde blog. Todavía ahora me resulta curioso que me haya reconocido por estas letras que escribo. En cualquier caso, un placer y ojalá sigamos coincidiendo en las carreras.

Pero claro, el asunto se puso más duro y cada palo debía aguantar su vela. Sólo trece kilómetros pero más de cuatrocientos metros de desnivel positivo acumulado. Mucho barro, muchas piedras y afortunadamente la subida más dura por asfalto. En estos casos siempre surge alguna anécdota. El que te avisa de que te va a pasar y se cae antes de conseguirlo, el primer adelantamiento bajando, la salida de cadena de la última vuelta...para qué voy a aburrirlo. El último sector, ya cansado, lo completé como pude y sí, perdí un puesto, otro más.

Pero lo que importa es que, a lo tonto, a lo tonto, soy el segundo mejor duatleta de montaña del club (a la clasificación me remito). No me venga ahora conque los otros no se presentaron en la salida. Ese no es mi problema y está fuera del alcance de esta discusión. El hecho cierto es que creo haberme ganado el tritraje del club, del mono ya me encargo yo, para así poder dar un relevo al azulito que ahora visto. Espero que esta petición encuentre buena acogida. Prometo llegar con él limpio a las salidas y completar las carreras en las que me presente, salvo rotura humana o mecánica.

Me hubiese gustado haber escrito esta carta antes, pero últimamente no hay quien ponga orden en mis horarios. Ayer mismo tuve que salir disparado para Madrid en coche y he regresado hoy. Otro entrenamiento que me he saltado. Eso sí, a partir de mañana vuelvo al tajo.

Sin otro particular, aprovecho la ocasión para enviarle un cordial saludo a usted y a los suyos.
Sinceramente,

Xocas

PD: Por si llega a sus oídos. Es cierto que me pusieron una tarjeta amarilla por aparcar mal la bici en boxes, pero de verdad de la buena que ocupé el sitio del que había utilizado el mío. En fin, para otra ocasión se lo diré al juez (y me amonestará por chivarme).

viernes, 16 de abril de 2010

Giro d'Italia

El prólogo tuvo lugar en Porriño el martes. El avión salía a las dos menos diez de la tarde y abandono la oficina al filo de la una. Jugando con fuego uno hace el calentamiento más rápido. De Vigo a Madrid y de Madrid a Turín. Recogemos el coche de alguiler, nos vamos al hotel y...nos vamos al hotel atravesando la ciudad: mil semáforos, obras, un par de cruces que nos saltamos y apenas tenemos tiempo de dar un paseo de veinte minutos antes de cenar. Eso sí, una cena muy rica en el restaurante Galante. El martes, no entreno.
Miércoles de trabajo matutino en Turín y nos vamos hacia Caravaggio por la autopista. Caravaggio se encuentra al este de Milán. Pero un accidente en la autopista, cuando todavía estábamos rodeando Turín, nos retiene en un atasco monumental. Increíblemente un camión de autoescuela consiguió subirse a la mediana permaneciendo en un equilibrio imposible. Unas grúas trataban de bajarlo al tiempo que retenían el tráfico. La broma nos sitúa llegando a Milán en hora punta, por lo que conseguimos participar de todos los atascos posibles en el anillo de circunvalación. Me acuerdo de todos los que me dijeron que tenía mucha suerte viajando a Italia por trabajo. Lo más destacable es que pasamos al lado de la sede de Colnago. Finalmente llegamos a Caravaggio después de cinco horas para más o menos ciento cincuenta kilómetros. ¡Qué buen entreno hubiera sido!
Nuestro anfitrión tuvo a bien esperarnos. Conversamos con él por espacio de una hora y salimos en dirección a Génova. Volvemos a tener suerte con el restaurante. En el hotel nos recomiendan, a tan solo cien metros, un lugar realmente acogedor y con muy buena cocina: Fuori Orario. Salimos del comedor pasada la media noche. El miércoles no entreno. Pero...
 
No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista. El jueves hacemos nuestro trabajo por la mañana y tenemos la tarde libre. Así que aprovechamos para conocer un poco de Génova. Comemos en el casco antiguo, un lugar para perderse en todos los sentidos, buenos y malos. Repleto de edificios históricos y calles estrechas y estrechísimas. Conviven entre edificios los turistas y los locales, sean de la calaña que sean. Vemos un poco del puerto deportivo y, como no, las Blackberry echan humo.
Nos asombran la cantidad de scooteres que pululan por las calles. El entramado de carreteras y la forma de conducir. El agua del puerto está contaminada y los edificios nuevos no encuentran su sitio. La ciudad es elegante pero también decadente y, en algún momento, me recuerda a Portugal. Sin embargo, la luz es mediterránea. Sin duda, merece la pena la visita.
Acabando la tarde encuentro un regalo que llevaba meses buscando: un burro de peluche para la pequeña. Creedme si os digo que he preguntado en un montón de jugueterías en Vigo, Santiago, Madrid, Bruselas y, finalmente, lo encuentro en Génova. Triunfo seguro. Más tarde pierdo la posibilidad de realizar un rodaje largo por buscar un bonito regalo para la directora deportiva. Es de ley. Por tanto, me conformo con cuarenta minutitos de rodaje que me sirven para ver algo más de la ciudad.

Hoy viernes nos levantamos antes de las cinco de la mañana. Llegamos a Vigo y completo la jornada en la oficina. Como pasadas las cuatro de la tarde y, por enfermedad de la dirección, me veo abocado a hacer de taxista de Vigo a Ourense y regreso. El cuerpo enarbola la bandera blanca, así que hoy me salto el entreno. Hacía mucho tiempo que no me encontraba tan cansado. En cualquier caso, parece que este Giro tendrá segunda parte. Lo malo es que en lugar de ponerme en forma, me hace perderla.
 (Todas las fotos son de Génova.)

martes, 13 de abril de 2010

XX Duatlón de Lugo

O porqué habré elegido ser cola de león en lugar de cabeza de ratón.
En esta posición acabé (no he crecido, la foto me la hizo la pequeña)

Por una vez, voy al grano y ni comento los prolegómenos de la carrera ni lo que vino después (todo estupendo y muy bien, gracias). Así que, a ello. Mi primer duatlón de carretera. Se da la salida y estoy en la última fila, bien centrado. Todo el mundo sale como si repartiesen dinero cien metros más adelante. Tengo la sensación de que voy a cámara lenta, los corredores se van y no soy capaz de acelerar. Por unos momentos soy el último. Remonto unas pocas posiciones y empiezo a sufrir. El ritmo es muy alto para mí. Primera vuelta, voy que no puedo. Seguna vuelta, peor que la primera. Me agobio. Tercera vuelta, aflojo, se va la liebre que había seguido hasta el momento, pero me gustaría acabar la carrera. Cuarta vuelta, entro con el corazón en la boca. Miro el reloj, veintiún minutos y no sé cuantos segundos. En mi vida había corrido cinco kilómetros a esa velocidad. Mi moral sube. Creo que tengo a tres o cuatro duatletas detrás de mí.
A mi se me olvida algo, ¿cerré el coche?

Primera transición. El menda lerenda no sabe si sabe calzarse las zapatillas en marcha, amén de que son de tres velcros cada una. Calculo que me adelantan otros tres duatletas. Cuando salgo quedan algunas bicicletas en boxes.
¡Qué solete más rico! A ver si vamos poniéndonos morenos.

Tres vueltas a un circuito relativamente llano. Hasta el primer giro de ciento ochenta grados no soy capaz de mover desarrollo. ¿Cómo se puede bajar tan despacio? Las piernas no me responden (¿o era no siento las piernas?). Se llega bajando al giro mencionado. Tres participantes me pasan como flechas. Creo que voy el penúltimo. Si me despisto acabo el último. ESO SÍ QUE NO.  Voy de caza y captura. Me olvido de las piernas y empiezo a mover desarrollo. No sin esfuerzo voy realizando algunos adelantamientos. Disfruto como un enano. En las bajadas me lanzo a toda velocidad, es un decir. En las subidas, pongo el molinillo. No me vuelve a pasar nadie. Naturalmente, no chupo rueda de nadie. A cola de pelotón, esto no es una decisión, es pura obligación.
Maldita sea, con la camisetilla voy como un calderín.

Segunda transición. Dejo la bici. Me quito las zapatillas. Me pongo las zapatillas. Me adelanta otro duatleta.
¿Por qué ponen la meta tan lejos de los boxes?

Último sector. Adelanto al que me había adelantado. ¡Con lo que me había costado pasarlo en la bici! Va cadaver. Adelanto a mi liebre del primer sector. Lástima que me lleve una de las dos vueltas de ventaja. En algo se tenía que notar la P3C. Preciosa. Me pongo a correr detrás de un atleta del Triatlón Arcade Inforhouse (el equipo de Iván Raña esta temporada). No quiero tirar más que él. Una vuelta, otra. Llegamos a meta y cien metros antes esprinto y lo paso. Esto me libra de hacer un top cinco por la cola. Jugando con el farolillo rojo.

Conclusiones:
  • Mi debut ha sido más rápido de lo que había calculado. Punto positivo.
  • He sufrido mucho en el primer sector. Tenía que haber empezado más suave (todavía más) y aumentar el ritmo hacia el final. O quizás, aprender a sufrir. Punto negativo.
  • Pocas veces me he divertido tanto en la bici. Punto positivo.
  • Realmente, el último sector no me costó especialmente. Hubiese podidio ir más rápido. Punto positivo.
  • Xocas, ¡a ver si aprendes a ponerte las zapas en la bici!
Epílogo:
Estoy para encerrar. Casi acabo el último y estoy deseando hacer el duatlón cross de Allariz el próximo domingo y que llegue ya el sábado 24 para hacer el duatlón de Santiago.

sábado, 10 de abril de 2010

Salida en viernes

Ayer un día de sol como ya no recordaba. A mediodía, más de veinte grados en Porriño. Un correo electrónico del día anterior había convencido a Juanjo de escaparnos del trabajo para hacer una salida larga en bici, ya que el domingo participamos en el duatlon de Lugo. Mi primer duatlón de carretera. Así, a las tres y nueve minutos post merídiem salía de la oficina con la mochila al hombro. Parada en el supermercado para comprar un bocadillo vegetal y directo a Pontevedra. ¡Qué maravilla cruzar el puente de Rande bajo el sol! La vista de la Ría es magnífica, las Cíes al fondo, las bateas, dejando atrás la ciudad. En algo menos de media hora ya estábamos listos para salir.
Un día de estos os cuento alguna cosa del X-Terra en el que participó el amigo.

Tomamos dirección a Marín y de allí a Bueu. Pedaleamos hacia el extremo de la Península del Morrazo, en un contínuo sube y baja. Poco desnivel acumulado, bastantes curvas, algunas obras y, sobre todo, gran compañía y vistas excelentes. Ya había gente en las playas, el mar estaba espectacularmente azul y los eucalíptos embalsamaban la ruta por momentos.
No me lo podía creer, ya tengo las primeras marcas del sol.

Al final, dos horas y media para poco más de sesenta kilómetros. Hay mucho que mejorar, pero poco más se puede disfrutar sobre una bicicleta. Al llegar a casa, sesión de gimnasia y estiramientos y película. Esto es vida.

viernes, 2 de abril de 2010

Aromas de ciclismo

Aquí estoy, abandonada en el trastero. Ahora ya no hace tanto frío, pero durante semanas no subió nadie hasta aquí. Nadie. Le llamo pero no me escucha. Me había prometido salidas frecuentes, quizás no muy largas, pero salidas. Aire libre, la montaña, la costa. Pero soy vieja y no tardó tanto en cambiarme por una niñata que no se sabe si es de aluminio o fibra de carbono. De fribra, ¡que excéntrico! Como si fuese a mejorar en un ápice. Mientras tanto, mi buen acero, mis finos tubos, mis fuertes racores se aburren.

En fin, al menos estoy impecable. Mi anterior dueño era diferente. Fuerte, impulsivo. Me llevaba con pasión, al límite. El carácter de un hombre con bigote. Pero también se olvidaba de mi por largas temporadas y dejaba que el polvo y la humedad me vistiesen. Ahora estoy más cuidada, pero merezco salir. Nací para pisar la carretera, no para estar en un trastero.
El domingo fue diferente. No sé que ocurrió pero cuando lo vi aparecer ataviado de ciclista y la bomba de pie...Hinchó mis ruedas. El día era frío, la niebla había tomado el Ribeiro, pero esto no era más que motivación para mi. Salimos en dirección a Leiro ganando velocidad progresivamente. Me sentía bien, todavía mantengo las formas. Si la pendiente no es muy dura, soy fácil de llevar. Entre el plato de 52 y el de 42 dientes llaneábamos alegremente. Después tomamos la carretera vieja de retorno a Ribadavia.
¡Qué sensación rodar por el asfalto deshecho! ¿Qué sentirán mis colegas belgas? Carretera estrecha, con curvas, rodeada de árboles, viñedos y pequeñas flores. Muy poquita gente en las aldeas. Cada bache era una deliciosa tortura para mi cuadro y mis ruedas. Hubiese seguido así por mucho tiempo. Completamos la primera vuelta de tres. La segunda fue más rápida, la tercera un poco más lenta. En San Andrés nos cruzamos con un paisano con una rama de olivo en la mano. ¡Maldita sea!, llegaba tarde, el olivo se lo recordó. El paisano nos miró como si hubiese visto a un fantasma. Después nos cruzamos con un automovilista que nos miró con admiración. Creo que viviré de ese recuerdo durante semanas.