domingo, 27 de febrero de 2011

El planeta de los simios

Rodeados de vándalos. Vándalos del mal gusto, de la chapuza, de la política barata, de ciudadanos de medio pelo. ¿También yo?
El día anterior aparcara en la calle. Unas obras de asfaltado colapsaron el barrio y no estaba de humor para esperar en un atasco (para esto nunca estoy de humor). Voy a buscar el coche y veo el nuevo auditorio. Una obra más del arquitecto del Vigo reciente.
Me reservo la opinión sobe el edificio, pero no sobre el entorno. Degradado, sucio, abandonado. Nos tratan como a puteros. La semana pasada atravesé el parque Cela y me encontré en plena acción a unos gamberros con un spray azul en las manos. Llegué tarde, pero se llevaron mi advertencia y por supuesto se burlaron de ella. Tenían entre ocho y doce años.
Yo no merezco esto. Dan ganas de salir corriendo. En mi caso, salí a nadar. No caerá la breva de que los simios se hagan con el planeta, pero los buenos, no éstos que ahora pululan como una plaga por el planeta. Con un poco de suerte, esto ocurrirá dentro de algunas generaciones y así no me quedará pena por mi descendencia.
En casa me dicen que me he puesto muy negativo. Es cierto, prometo enmendarme.

jueves, 24 de febrero de 2011

Alguien en quien confiar

O algo. Tengo, bueno, en realidad lo tiene la directora, un VW Golf del 97. Estoy encantado con él a pesar de ser un coche sencillo y poco potente. Será que en su momento me calaron anuncios como el que sigue (lo siento, no lo encontré en español).
Y es que hay ocasiones en las que un mensaje cala  incluso más de lo que pensamos. En este caso, es raro que no suba al coche, lo arranque y no me acuerde del hombre que lo perdió todo, pero podía confiar en su coche.
Así que hoy, después de tres días en el aparcamiento del aeropuerto, tras encender a la primera, me ha vuelto a alegrar su fiabilidad (uno se alegra por nada) y me he decidido a hacerle este pequeño homenaje a la máquina. Espero que algún día llegue a clásico.

martes, 22 de febrero de 2011

Natación fallida

¿Se puede realizar un entreno de unos 1.700m en una piscina de poco más de 14m? Seguro que sí, a costa de marearse un poco. En mi caso, tras haber perdido la cuenta de los largos (cortos) varias veces, estar a punto de partir la cabeza por dos veces contra una pared que llegaba muy pronto y ver que el charco se empezaba a llenar más de la cuenta, aborté el entreno tras ¿500m?
Así que cayeron 40 minutillos de carrera a pie y una buena sesión de ginmasia y estiramientos. Después me enteré de que no podré participar en el duatlón de Lugo. Al parecer, uno no se puede inscribir si no han transcurrido al menos diez días desde que se obtuvo la licencia . Me gustaría conocer al fenómeno que ideó la regla para que me explicase la razón de semejante desatino.

lunes, 21 de febrero de 2011

Dos sesiones y media

Esta ha sido la tónica del fin de semana, la del sábado y la del domingo. Las mejores sesiones, las del sábado: 70 minutos de carrera a pie, 90 minutos de pedaleo y media horita intentando no caerme de los patines.
Los compré hace tres años. La idea era aprender y no lo hice. Pero al verlos en la bodega cada vez que iba a por la bici, me fasitidiaba el no haber puesto empeño suficiente. Así que el sábado les propuse a las niñas darle unas vueltas a la pista de Samil.
No me caí ni una sola vez. No arriesgué lo más mínimo. Y la verdad es que lo encontré muy divertido. ¡Hay que repetir!
Sobre estas líneas el protagonista de una de las sesiones del domingo, al menos en parte. Treinta minutos de carrera a pie a 5'16''. Hacemos una pareja muy equilibrada, Tri es muy rápido.

viernes, 18 de febrero de 2011

Año sabático

 Hacer camino, deseo e ilusión

Hoy me preguntaron qué haría durante un año sabático. Tardé en contestar porque no era capaz de procesar la cantidad de ideas que se me estaban ocurriendo. Pero, finalmente, lo que me decidió fue pensar en hacer un largo viaje en una California.

¡La culpa la tiene Leo Rico por poner tantas fotos de sus viajes!

 Para llegar aquí solo hay que cruzar la ría

Por ejemplo, la ruta Panamericana. Todos esos paisajes, climas, pueblos... la familia y una furgoneta, con las bicis y sin prisas. 48.000km y un montón de tiempo por delante.

Podríamos empezar costeando por toda la península...

...y rematar en la Costa da Morte, en donde hace un par de años había tantas Californias que parecía una concentración.

Pero lo cierto es que tampoco hace falta tanto. La próxima semana, si nada se tuerce, llega la primera competición del año y con ella la excusa perfecta para empezar la danza para ir de un lado para otro. Cuento los minutos. Lo de menos es el resultado, lo de más, lo bien que nos lo vamos a pasar.

¡Qué empieze la fiesta!

miércoles, 9 de febrero de 2011

El efecto Pere Navarro

Se veía venir. No voy a entrar ahora sobre los asuntos de la regulación de velocidad del tráfico. Aunque cuando bajando Puxeiros, en las curvas limitadas a 60km/h, con la bici sin forzar bajas a más de 60 quizás algo no esté bien ajustado (¡ay que le ponen matrícula a las bicis!). El caso es que últimamente no soy capaz de ir más que una vez por semana a la piscina, y esta semana no va a ser una excepción, así que mi nivel se mantiene en su estado habitual: lento. Con lento, quiero decir lento. Es decir, nada de "lento, hoy forzando no he sido capaz de hacer menos de 1'30'' el cien". No, no, no, no. Lento quiere decir que cuando lo doy todo y el corazón me sale por la boca apenas bajo de 1'50''. Así que entrenando normalmente me muevo por encima de los dos minutos el cien.
Aclarado esto, ya cuento que la semana pasada me presenté en la piscina. Tocaba un entreno más bien corto, primero unos largos con ejercicios variados y después cuatrocientos metros con aletas. Y a eso me puse. Dos nadadores más compartiendo calle, uno se fue pronto. El otro insistía. Sin problemas, nos entendíamos. Llegó el que faltaba. Lento a morir y haciendo unos ¿ejercicios? de los de ver para creer. Bueno, mala suerte. El caso es que era uno de esos tipos que siempre tienen preferencia. De los que nadan a braza y ocupan su calle y parte de la adyacente. Soy paciente, que sí. Incluso cuando lo adelanté dos veces en el mismo largo, después de haberme parado en el primer tercio de la calle y dejarle unos diez metros de ventaja, conservé la calma.
Y llegó el turno de las aletas. Las tomé del borde de la piscina y el socorrista se dirigió a mí muy serio. ¡Anda! ¿Es por mí? Pues sí, resulta que no se permite la utilización de aletas en la piscina. No daba crédito. La semana anterior no había tenido problemas y eso que compartía la calle con dos nadadores súper-senior. ¿Se supone que voy a ser yo el que incordia? Estuve por salir del agua para pedirle seriedad. ¡Pero sin con aletas ni siquiera nado rápido! Pero me corté, me corté porque los puntos no me los quitan pero igual sí algún bono. En fin, que ahora tengo que solicitar autorización al director de la piscina y esperar la venia.
Yo a mi bola, ¿vale?

Pero no nos vamos a amargar por algo así, ¿verdad? A ver si encuentro esta piscina por el barrio que seguro me dejan llevar aletas, palas y flotador.