miércoles, 26 de enero de 2011

Sobre dosímetros

Hace unos meses hice un viaje con escala en Zurich. La primera vez que pisaba suelo Suizo y, aunque sabía que sólo iban a ser unas horas, me hacía ilusión. Al llegar al control de seguridad vi que habían unas cabinas como esas que aquí se ponen en los colegios electorales. "Fíjate que civilizados, en lugar de cachear al que le toque a la vista de todos, preparan un lugar discreto". Pues que bien y que casualidad, me cachearon a la ida y a la vuelta. Y sí, la cabina era por discreción, más que cacheos aquellos fueron sendos magreos. Aquello colmó mi paciencia. Se acabó mi postura civilizada ante el abuso que suponen las medidas de seguridad en los aeropuertos. Poco después leí una noticia que me cargó de razón y cambié mi actitud.
Así que hace unas semanas saltó la alarma bajo el arco de seguridad. Con los mismos pantalones, camisa, zapatos y... bueno, vestido tal y como otras veces he pasado sin mayor inconveniente. Me pidieron cachearme y, ¡cómo no!, accedí con una sonrisa en la boca. Y así mientras me cacheaban y como si tal cosa pregunté:
- Oiga, ¿ustedes no llevan dosímetros?
- No sé que es eso. María, ¿tenemos dosímetros?
La empleada del escáner negó con la cabeza e inquirió:
- Dosímetros, ¿qué son?
- Son unos aparatos que sirven para medir la radiactividad -contesté mientras me toqueteaban la zona media-. Ya sabe, estos equipos emiten radiación y, aunque están protegidos, alguna fuga siempre puede haber.
- A nosotros la empresa no nos ha dado ningún equipo. No sabemos si hacen falta.
- Bueno, supongo que no, pero tampoco estoy seguro. Después de todo, una cosa es estar un rato junto al escáner y otra muy distinta estar sentado ahí durante ocho horas. La radiación se acumula.
- Pues aquí no sabemos nada de eso.
- No, nadie nos lo dijo.

Puede que algo de intranquilidad les hubiese creado. El cacheo finalizó y mi mini-acción subersiva terminó en ese punto. Recogí mis cosas, me vestí con calma y ¡lejos de la radiación! Ya sé, ya sé, es una pataleta y después he comprobado que en teoría no hace falta ningún control adicional a la propia seguridad de los equipos. Pero, ¡qué demonios!, si el sistema supone que yo soy un criminal, ¿por qué he de asumir que todos los equipos funcionan bien? Tengo que pensar en algo más divertido y desconcertante. Quizás si vocifero un poco diciendo que no me quiero quedar quieto junto a equipos radiactivos, que no quiero enfermar de cáncer. Podría poner los ojos vidriosos, que se me viera realmente acongojado... ¡uf! no sé si aguantaría sin reirme.

6 comentarios:

davidiego dijo...

olé por tu acto subversivo!!!
(yo creo que no estaría de más tener uno al menos fijo en las proximidades)

en la enmienda a la que se refieren los estudiantes de Harvard hablan de "registros consentidos", claro, o te dejas toquetear o no pasas.

no me gusta esa actitud de los USA y me he resistido hasta este año en que volaré en dos ocasiones, no sé dónde me he metido, si odiase un poco más ese sistema ingeriría el explosivo y el detonador, y cachea, cachea...

oh, he dado ideas a los terroristas suicidas?? no hay nada tan fácil como hacer daño.

Nacho Cembellín dijo...

Ja, ja, ja, subversivo e inteligente.... q sepas q te pienso copiar.

Mildolores dijo...

Mister Xoucas, puede acompaniarme un momencho al cuarchichou.

(Cuando oigas esta frase en un aeropuerto norteamericano, echate a temblar. Y bromas, las justas)

Me ha gustado tu ocurrencia ;)

afca dijo...

te entrenas menos pero en estás en buena forma!!!

Furacán dijo...

Muy bueno Xocas. La próxima vez puedes aprovechar y venderles unas pulseras con un holgrama que absorba la radiactividad (uy me parece que eso ya está "inventado" :-))
Y si vas desnudo? también te cachean?

Xocas dijo...

DD, hay tantas formas de armarla gorda. Alguien que sepa usar su cuerpo podría entrar sin mayor problema en la cabina en pleno vuelo...

Nacho, lo único malo es si realmente se asusta alguien inocente.

Mildo, sólo viajé una vez a los EEUU y no me cachearon, pero me pidieron que abriese el portátil (la primera vez que me pedían algo así). Me obcequé y no entendía lo que me decían e iba notando como el de seguridad se mosqueaba. Creo que eso aclaró mi capacidad de comprensión de golpe.

Agostinho, acabo de echar la cuenta, muy poco menos que el mes de enero del año anterior y más kilómetros en bici. Es decir, flojo.

Furacán, para eso ya queda poco...