viernes, 29 de julio de 2011

XI Triatlón de Pontevedra

Polvo somos y en polvo nos convertiremos

Acabé la carrera súper contento. Durante la misma me di cuenta de que las cosas me estaban saliendo bien, con lo que disfruté más que otras veces. Así da gusto. No obstante, a fin de no levitar más que lo imprescindible, es conveniente poner los pies en el suelo y para ello no hay nada mejor que hacer una crónica y alguna que otra comparación.

A saber qué estaba mirando.

Y menos mal que no resbalamos.

Mi intención era hacer un buen calentamiento: comprobar que la bici funcionaba bien, trotar diez minutillos, nadar otro tanto, un poco de movilidad articular, estirar suavemente y ya concentrarse en la carrera. Al final, la cola para recoger el dorsal derivó en que entrásemos tarde a boxes y nos quedásemos sin tiempo. Mi calentamiento consistió en calentar el neopreno con unos 400cc de bebida isotónica, ya en el Lérez, y me consta que el de Juanjo fue más o menos igual.

En el grupo cabecero, Mateo y compañía parece que ni se esfuerzan.

Daba igual. Sin molestias ni dolores de ningún tipo, después de dos días seguidos durmiendo algo más de siete horas, todo un récord, iba dispuesto a darlo todo. La salida me pilla desprevenido. Acciono el cronógrafo, la pantalla se queda en blanco, y me quedo como un bobo mirando para ella. Por fin empiezo a nadar y entre algunos golpes voy haciendo distancia a buen ritmo. Lástima que cuando levanto la vista compruebo que me estoy yendo hacia el centro del río. En cualquier caso, nada grave. De una boya a otra y salgo del agua en el entorno de los 14 minutos habituales este año. ¡Quién me lo iba a decir hace tan solo dos años! 18 minutos en mi primer triatlón. Juanjo ya había salido hace dos. Así como estoy convencido de que pronto bajaré de los 14 minutos en cualquier tri, él bajará de los 12 y esos ya son tiempos respetables.

A Juanjo ni se le ve de lo bien escondido que iba a cola de pelotón.

La transición para el recuerdo. Los boxes eran una larga línea recta que no se acababa: 250, 200, 165, 132... por fin el hueco 67. Recojo mis bártulos y a tratar de enlazar con algún grupo. El recorrido a cuatro vueltas y muy llano. Me encantan estos recorridos de vez en cuando, sentir algo de velocidad y rodar con la cabeza gacha buscando penetrar el aire. Como no, al principio no enlazo con grupo alguno. Los que están delante se escapan y mi primer par de intentos para sumarme a alguna pareja de triatletas son fallidos.

Parece que del primero al último hay mucha diferencia de esfuerzo (pero en realidad esa cara de esfuerzo iba de serie).

Ya en la segunda vuelta, llegando al primer giro de 180º me alcanza un grupo de unos 8 triatletas que a punto están de arrollarme. Iban tan en su mundo que creo que pensaban que el punto de giro estaba más adelante. Tengo que rectificar mi trayectoria y, cual vulgar chupóptero, les hago pagar el susto aprovechándome de su rebufo. El segmento cambia. Aunque no me desenvuelvo bien en grupo, es el tercer triatlón en el que consigo ir a rueda, me divierto enormemente. Podría aprovechar mejor el grupo si me pegase más y no me descolgase cada dos por tres unos metrillos que luego tengo que recuperar. Pero o bien por el efecto del drafting o bien por la motivación que supone seguir a un grupo, mi media sube de forma sensible.

Duelo en el Galaico.

No obstante, también se ve que hay algún que otro novato sobre las dos ruedas que debe imaginar que lleva un trailer a juzgar por como se abre en las curvas. En el puente de los tirantes, en una de éstas tuve que frenar y desviarme y no besé el suelo porque algo de habilidad todavía tengo para controlar la rueda trasera cuando desliza. Poco después, a mitad de la cuarta vuelta, el grupo se rompe y pierdo definitivamente una rueda benefactora. Mientras tanto, Mateo ya había completado una de las tres vueltas del circuito a pie, y Juanjo estaba en la primera de las dos que componían su imaginario circuito (ya enmendaría su error).

¡Ah! Mateo sí que se esforzó. Ya se sabe, es lo que hay.

Comienzo a correr cansado. No podía ser de otra forma (de hecho, al lunes siguiente tenía un dolorcillo de cuádriceps que me recordaba que por fin me había exprimido mínimamente sobre las dos ruedas). Me pasa algún corredor y a alguno voy alcanzando, hasta que llega hasta mí María Belén Lemat. Va un pelín más rápido que yo y me uno a su estela. Fenómeno, me acomodo a su ritmo y aunque parece que en un par de ocasiones voy a pasarla y dejarla atrás, lo cierto es que me alcanza. En un momento dado, Juanjo me pasa con la soltura habitual. Cuando se corre a algo más de cuatro treinta y te adelantan a unos tres cincuenta, te sientes como un piltrafilla. Pero bueno, mientras que a él no se le entendía lo que me decía, a mi todavía me quedaban fuerzas para reirme (que no todo va a ser negativo). Las vueltas se suceden y a unos cientos de metros de la meta acelero y por la forma en que me despego caigo en la cuenta de que he sido conservador. Único punto negativo.

Y por último, a la vista de la primera y última fotos de esta crónica. Me he visto forzado en escribir la carta siguiente, que comparto con el curioso lector:

Estimado Juan José:

En primer lugar me gustaría felicitarle por el magnífico 37º puesto en el pasado Triatlón de Pontevedra. Ese nivel de rendimiento, ese salto de calidad demostrada, se ha visto recompensado, salvo error por mi parte, con la clasificación para disputar el Campeonato Gallego de Triatlón. Mi más sincera enhorabuena. Ya me gustaría poder participar algún día en tan magnífica prueba.

Pero usted sabe que el éxito en esta vida es relativo. Y me permito llamar la atención sobre el aspecto siguiente. Como puede comprobar en la primera de las fotos, el Xocas recibe el ánimo del público femenino. De acuerdo, de la única fémina que sale en la foto, aunque mi directora también aplaudía en la acera opuesta, mientras su directora tomaba la foto. Sin embargo, a usted no le mira ni el apuntador. Que sí, que ya sé que su directora también le tomó una foto.

No es que pretenda hacerme valer, pero en conversaciones posteriores con la animadora, a quien por casualidad conozco, ésta se ha ofrecido a presidir mi club de fans. Me lo estoy pensando. De usted me dijo que si le paga, también le aplaude. Quizás debería valorar esta opción. Unos aplausos en carrera siempre se agradecen.

Sin otro particular, reciba mi más afectuoso saludo,

Xocas
(El que no tenía otra cosa mejor que hacer a estas horas que vacilar.)

En fin, polvo somos y en polvo nos convertiremos. Lo mejor de estos días buenos, es que dentro de unos años, hagamos o no triatlón, recoraremos las buenas sensaciones. Lo que hicimos y disfrutamos y una sonrisa vendrá a nuestra cara, como todavía me sucede cuando recuerdo aquel viaje a Vigo.

Gracias a Pilar, Alejandro Fojo y Patricia Rivera por las fotos.

5 comentarios:

davidiego dijo...

doce minutos, diez y por qué no ocho?
el infinito es nuestro límite!
enhorabuena, sólo aceptas féminas en tu Club de Fans (XFC Xocas Fan Club)?

Furacán dijo...

Club de fans del Xocas, que bueno! Di que sí.
Gran carrera, enhorabuena!

CSuarez dijo...

Encantado de encontrar tu blog, Xocas. Muy buenas crónicas.

Por cierto, creo que tenemos la misma foto de inicio de blog, la salida al agua del tri de Vilagarcía.

tricarlossuarez.blogspot.com

Xocas dijo...

DD, el XFC acepta todo lo que entre por la puerta, siempre que vengan contagiando alegría.

Furacán, gracias.

CSuarez, muchas gracias. No conocía tu blog. Ya me paso.

Xocas dijo...

Doy fe de que quedan los buenos recuerdos. Un abrazo Xocas. Eres un buen tipo.