¿Vas a hacer el hámster? ¿El hámster? Tuve que reconocerlo, hacer rodillo es un poco como hace el hámster en su rueda. Podría decir que Fígaro incluso hace series, sube, esprinta, baja, sube, esprinta, baja,...Evolucionar, hemos evolucionado, pero no tanto.
En el rodillo
Pues ayer, rodando y tratando de sostener una cadencia mínima sin que las pulsaciones subiesen de un valor determinado, me acordé del
último post de Asier y dejé de fijarme en los guarismos, comenzando a divagar.
Recordé que mi primera bicicleta seria fue una bici de carreras de 10 velocidades de color azul. Creo que era una Orbea. Había sido de uno de mis tíos y a los 14 años, apenas llegaba con los pies al suelo. Con esa bici rodé con mis amigos por el Ribeiro y si me acordaba de llenar el bidón de agua al salir de casa, ya era mucho. Como todos, quedábamos para rodar sin tener un destino fijo, sin marcarnos tiempos ni objetivos, pero, por supuesto, retándonos en las bajadas y exprimiendo lo que llevábamos dentro. Después, al llegar a Ribadavia, bebíamos en la fuente de la Plata, charlábamos y, sin estirar, nos íbamos a casa a cambiarnos, quizás para jugar al baloncesto al acabar la tarde.
Unos años después, mis padres me compraron una bicicleta de carretera, Peugeot Tourmalet de 14 velocidades, color violeta, sillín blanco. Con esa bicicleta fuimos una tarde de julio de Ribadavia a Vigo y regresamos al día siguiente. Creo que tenía 17 años. Recuerdo que aquellos días estábamos alcanzando en Ourense los 42º (sí, en Ribadavia se llegan a alcanzar esas temperaturas). Así que salimos temprano, yo con un solo bidón de agua y creo que con un plátano. Íbamos cuatro, tres aficionados y un aguerrido ciclista que llevaba una BH de paseo de piñón fijo. Le llamábamos MA, de Manuel Antonio, claro. No recuerdo el tiempo que nos llevó subir el alto de Fontefría y el de Puxeiros, ni lo que tardamos en llegar a Vigo. Sé que lo pasamos de miedo, pese a algún pequeño incidente.
A una de estas me refiero...160km en dos díasAl día siguiente, ya de regreso, bajando las "eses" de Puxeiros, ahora limitadas a 60km/h, sintiendo el aire en la cara, pedaleando con ganas, disfrutando de la velocidad, una BH pilotada por un tipo narigudo nos adelantó a toda mecha entre un tráfico de narices, ¡no somos nadie! Si al final, ni pulsómetro, ni velocímetro, ni fibra de carbono (bueno, en mi caso, buen acero), lo que importan son las ganas, pasárselo bien y, para ciertas cosas, unas buenas aptitudes y guía. Fue un viaje que todavía recuerdo con cariño.
En la actualidad tengo una bici prestada por el mismo tío y lamentablemente, también heredada. Peugeot, tiene unos quince años, está en perfecto estado de revista y con ella he vuelto a disfrutar de pedalear al aire libre. Ahora lo mido casi todo. Para un maniático de los números, es un pequeño aliciente, pero no más que un complemento.