sábado, 31 de diciembre de 2011

San Silvestre de Castrelo do Miño

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En 2008

Por tercer año no consecutivo, corrí la San Silvestre de Castrelo do Miño. Trescientos corredores o menos, algo más de siete kilómetros y buen ambiente, que es lo que cuenta. Le llevaba cierto respeto. Tras el parón de estas semanas y las molestias que he acumulado en cada entreno, no era para menos. Sin embargo, una vez en materia, rodé bastante fácil. Salvo porque equivoqué el momento en qué cambié el ritmo en una bajada, llegar al punto de cambio de sentido se me hizo eterno, todo fue mejor de lo que preveía.
Así acabamos 2011. En lo deportivo un año extraordinario. En estos momentos lo valoro como casi perfecto. Simplemente me quedó la pena de no haber podido hacer la travesía de la Ría de Vigo y un mejor papel en el Triatlón do Miño. Sin embargo, completé el Triatlón de Aveiro y el Aviaman, y alcancé mi mejor forma física de siempre.
En 2011

Y en 2012 ya veremos. Por el momento lo preveo con muchos frentes abiertos. Pero el deportivo no será uno de ellos. Entrenar y competir será en primer lugar lo que siempre debe ser: diversión, tratar de mejorar sin presiones, higiene mental. Si puedo seguir haciendo triatlón y completar otro medio ironman, estupendo. Sino es así, pues será otra cosa.
¡Feliz año nuevo!

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sobre el golf, el derecho y los blogs

Mis compañeros en prácticas. AP, de espaldas al campo, apuntó muy buenas maneras.

Hace unos meses tuve la oportunidad de asistir a una clase de golf. La tomé sin mucha ilusión. Me ocurre que no acabo de verlo como un deporte de verdad y seguramente esté equivocado. Los instructores trataron de transmitirnos algunos conceptos básicos y un grupo de colegas y el que escribe practicamos nuestro swing y tratamos de introducir la bola en el hoyo desde el propio green. El resumen de aquella tarde es que el swing es un concepto que se me escapa: da igual que sea un baile o un movimiento del palo de golf. Sin embargo, en las distancias cortas mejoro (que es donde un hombre se la juega). Lo cierto es que abandoné el campo pensando que el golf no era para mí. Demasiado estático, demasiado técnico, deporte descartado.
Sin embargo, días después me descubrí pensando en la dichosa bolita. Y en porqué no había conseguido llevarla más alto y más lejos y, sobre todo, a donde quería. Y ahí caí en la cuenta de que quizás no fuese tan mala idea aprender a jugar y salir al campo de vez en cuando.
¿Cómo es posible que se me haya colado la pelotita entre los pies?

Tiempo después, en una comida con mi jefe y un compañero de trabajo hablábamos de másteres y carreras universitarias, y de cómo mejorar la formación recibida. Fue una conversación que surgió de manera casual y que, poco a poco, me fue interesando cada vez más. En un momento dado, mi jefe comentó algo así como que la carrera que personalmente veía más interesante para complementar su formación era derecho. Le tengo por una persona lista en el mejor sentido de la palabra. Así que tomé nota y le estoy dando vueltas a la idea. Últimamente he comprobado que manejar con soltura ciertos conceptos y conocimientos puede marcar una interesante diferencia.
Así de pensativo estoy estos días (aunque la foto tiene su tiempo).

El caso es que a partir de septiembre el año se ha desdoblado y veo que no estoy llegando a todos los frentes. Así, después del parón total que inicié a finales de noviembre, han llegado unas semanas en las que el trabajo me ha tenido absorbido y el entreno ha sido irregular en el mejor de los casos. Ni siquiera estoy motivado para sostener mi ritmo de lecturas "blogueriles" o para publicar en este pequeño espacio. Varias ideas cruzan mi mente: dejar el triatlón y ponerme a jugar al golf, comenzar la carrera de derecho en 2012, cerrar el blog... por el momento he descartado dos de tres.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Una escena sugerente

La instrucción era que el entreno debía de realizarse con el menor número de pausas y éstas debían de ser cortas. Así que me metí en el agua dispuesto a darlo todo, con la incertidumbre de saber cómo me encontraría tras casi un mes sin tocar la piscina. No había mucha gente y todo iba bien hasta que se fue la luz en la piscina. Seguí nadando como si tal cosa. 50 de pies, 50 a crawl. Me adapté rápidamente a las luces de emergencia y a la claridad proveniente de las lámparas de la calle que entraba por las cristaleras. Se estaba bien. Comprobé que no era el único que estaba nadando. 50 de pies, 50 a crawl. A punto de enfirlar el último 50 de la serie de 400 el monitor me pidió que parase. Y así lo hice.
Al principio éramos tres o cuatro dentro del vaso. Las siete y cinco. Al cabo de unos minutos solo quedábamos una mujer en la calle dos y yo en la calle cinco. Unos saltitos, un poco de movimiento, otros saltitos. Ella decidió salir del vaso, renunciaba al entreno, y la observé salir del agua.
Apoyó las manos sobre el borde de la piscina. Se impulsó con un salto y apoyó una rodilla. Puso un pie y se levantó dándome la espalda. La luz de emergencia perfiló una figura extraordinaria. Se movió con gracia hacia las taquillas sin prisa aparente.
Una escena sugerente, cinematográfica, algo así como ver un cometa. Porque esto, las cosas como son, no es lo habitual. No le ví la cara, no sé si era guapa o fea. No sé si tendría veinte, treinta o cincuenta años. Me quedé unos instantes pensando en esto y finalmente salí del agua.
Cuando estaba en el vestuario volvió la luz. Así, quince minutos después de haber parado, reanudé el entreno.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¡Crack!

El equilibrio entre familia, trabajo y deporte es complejo. Requiere de organización, capacidad negociadora, buena voluntad e incluso algo de suerte. El pasado mes de noviembre mi equilibrio particular comenzó a perderse y llegó un momento en que, para explicarlo gráficamente, la cuerda se tensó tanto que rompió.
Una decisión difícil que me generó tensión y cierta desmotivación deportiva. Una punta de trabajo de aúpa, que se prolongó hasta ayer por la noche. Un pluriempleo de dos semanas. Un fallecimiento de alguien muy querido. Un desastre.
Llevaba sin entrenar desde el 21 de noviembre. Creo que hacía cuatro años desde la última vez que encadené un periodo tan largo sin un solo entreno. He llegado a soñar que salía a correr, o a nadar, no estoy seguro. Hoy he recogido las gafas nuevas y he comenzado a atar la cuerda: 57 minutos de carrera, algo más de 11km. Las pulsaciones por las nubes, la moral subiendo.