La segunda impresión fue que a más de uno se le hizo grande lo que trató de desarrollar y se perdió en pensamientos inútiles o de unas profundidades tales que llegaban a rozar la estupidez. Éste, lo considero un mal de nuestro tiempo. O por lo menos, eso parece por mis propias observaciones. Está el que empieza pensando y acaba desbarrando. El que lee y no comprende o no sabe ser crítico o tener una visión más amplia que la que se le presenta.
Quizás el que esté desbarrando sea yo. Pero este fin de semana, modestamente ciclista, me reafirma en que no hay como disfrutar de las cosas sencillas. La vida se complica sin ayuda.