sábado, 31 de diciembre de 2011

San Silvestre de Castrelo do Miño

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En 2008

Por tercer año no consecutivo, corrí la San Silvestre de Castrelo do Miño. Trescientos corredores o menos, algo más de siete kilómetros y buen ambiente, que es lo que cuenta. Le llevaba cierto respeto. Tras el parón de estas semanas y las molestias que he acumulado en cada entreno, no era para menos. Sin embargo, una vez en materia, rodé bastante fácil. Salvo porque equivoqué el momento en qué cambié el ritmo en una bajada, llegar al punto de cambio de sentido se me hizo eterno, todo fue mejor de lo que preveía.
Así acabamos 2011. En lo deportivo un año extraordinario. En estos momentos lo valoro como casi perfecto. Simplemente me quedó la pena de no haber podido hacer la travesía de la Ría de Vigo y un mejor papel en el Triatlón do Miño. Sin embargo, completé el Triatlón de Aveiro y el Aviaman, y alcancé mi mejor forma física de siempre.
En 2011

Y en 2012 ya veremos. Por el momento lo preveo con muchos frentes abiertos. Pero el deportivo no será uno de ellos. Entrenar y competir será en primer lugar lo que siempre debe ser: diversión, tratar de mejorar sin presiones, higiene mental. Si puedo seguir haciendo triatlón y completar otro medio ironman, estupendo. Sino es así, pues será otra cosa.
¡Feliz año nuevo!

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sobre el golf, el derecho y los blogs

Mis compañeros en prácticas. AP, de espaldas al campo, apuntó muy buenas maneras.

Hace unos meses tuve la oportunidad de asistir a una clase de golf. La tomé sin mucha ilusión. Me ocurre que no acabo de verlo como un deporte de verdad y seguramente esté equivocado. Los instructores trataron de transmitirnos algunos conceptos básicos y un grupo de colegas y el que escribe practicamos nuestro swing y tratamos de introducir la bola en el hoyo desde el propio green. El resumen de aquella tarde es que el swing es un concepto que se me escapa: da igual que sea un baile o un movimiento del palo de golf. Sin embargo, en las distancias cortas mejoro (que es donde un hombre se la juega). Lo cierto es que abandoné el campo pensando que el golf no era para mí. Demasiado estático, demasiado técnico, deporte descartado.
Sin embargo, días después me descubrí pensando en la dichosa bolita. Y en porqué no había conseguido llevarla más alto y más lejos y, sobre todo, a donde quería. Y ahí caí en la cuenta de que quizás no fuese tan mala idea aprender a jugar y salir al campo de vez en cuando.
¿Cómo es posible que se me haya colado la pelotita entre los pies?

Tiempo después, en una comida con mi jefe y un compañero de trabajo hablábamos de másteres y carreras universitarias, y de cómo mejorar la formación recibida. Fue una conversación que surgió de manera casual y que, poco a poco, me fue interesando cada vez más. En un momento dado, mi jefe comentó algo así como que la carrera que personalmente veía más interesante para complementar su formación era derecho. Le tengo por una persona lista en el mejor sentido de la palabra. Así que tomé nota y le estoy dando vueltas a la idea. Últimamente he comprobado que manejar con soltura ciertos conceptos y conocimientos puede marcar una interesante diferencia.
Así de pensativo estoy estos días (aunque la foto tiene su tiempo).

El caso es que a partir de septiembre el año se ha desdoblado y veo que no estoy llegando a todos los frentes. Así, después del parón total que inicié a finales de noviembre, han llegado unas semanas en las que el trabajo me ha tenido absorbido y el entreno ha sido irregular en el mejor de los casos. Ni siquiera estoy motivado para sostener mi ritmo de lecturas "blogueriles" o para publicar en este pequeño espacio. Varias ideas cruzan mi mente: dejar el triatlón y ponerme a jugar al golf, comenzar la carrera de derecho en 2012, cerrar el blog... por el momento he descartado dos de tres.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Una escena sugerente

La instrucción era que el entreno debía de realizarse con el menor número de pausas y éstas debían de ser cortas. Así que me metí en el agua dispuesto a darlo todo, con la incertidumbre de saber cómo me encontraría tras casi un mes sin tocar la piscina. No había mucha gente y todo iba bien hasta que se fue la luz en la piscina. Seguí nadando como si tal cosa. 50 de pies, 50 a crawl. Me adapté rápidamente a las luces de emergencia y a la claridad proveniente de las lámparas de la calle que entraba por las cristaleras. Se estaba bien. Comprobé que no era el único que estaba nadando. 50 de pies, 50 a crawl. A punto de enfirlar el último 50 de la serie de 400 el monitor me pidió que parase. Y así lo hice.
Al principio éramos tres o cuatro dentro del vaso. Las siete y cinco. Al cabo de unos minutos solo quedábamos una mujer en la calle dos y yo en la calle cinco. Unos saltitos, un poco de movimiento, otros saltitos. Ella decidió salir del vaso, renunciaba al entreno, y la observé salir del agua.
Apoyó las manos sobre el borde de la piscina. Se impulsó con un salto y apoyó una rodilla. Puso un pie y se levantó dándome la espalda. La luz de emergencia perfiló una figura extraordinaria. Se movió con gracia hacia las taquillas sin prisa aparente.
Una escena sugerente, cinematográfica, algo así como ver un cometa. Porque esto, las cosas como son, no es lo habitual. No le ví la cara, no sé si era guapa o fea. No sé si tendría veinte, treinta o cincuenta años. Me quedé unos instantes pensando en esto y finalmente salí del agua.
Cuando estaba en el vestuario volvió la luz. Así, quince minutos después de haber parado, reanudé el entreno.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

¡Crack!

El equilibrio entre familia, trabajo y deporte es complejo. Requiere de organización, capacidad negociadora, buena voluntad e incluso algo de suerte. El pasado mes de noviembre mi equilibrio particular comenzó a perderse y llegó un momento en que, para explicarlo gráficamente, la cuerda se tensó tanto que rompió.
Una decisión difícil que me generó tensión y cierta desmotivación deportiva. Una punta de trabajo de aúpa, que se prolongó hasta ayer por la noche. Un pluriempleo de dos semanas. Un fallecimiento de alguien muy querido. Un desastre.
Llevaba sin entrenar desde el 21 de noviembre. Creo que hacía cuatro años desde la última vez que encadené un periodo tan largo sin un solo entreno. He llegado a soñar que salía a correr, o a nadar, no estoy seguro. Hoy he recogido las gafas nuevas y he comenzado a atar la cuerda: 57 minutos de carrera, algo más de 11km. Las pulsaciones por las nubes, la moral subiendo.

domingo, 30 de octubre de 2011

Una explicación

Me desperté a la hora prevista. Al mirarme en el espejo me costó enfocar mi imagen. Es sintomático, estoy cansado, pero es raro que me ocurra tan temprano. Supongo que pronto tendré que utilizar gafas. Están siendo días de mucho trabajo y, también, un tanto extraños.
Esta semana he tomado una decisión que cambiará nuestra vida. Todavía no sé cuanto, aunque es seguro que casi le he dicho adiós a la media distancia en 2012. Ojalá no, pero no me veo haciendo los entrenos que debo en la bici. O nadando de acuerdo con el programa. Será lo de menos.
Sin embargo estoy ilusionado. Mucho. Es cierto que la semana pasada tenía la cabeza tan fuera de todo que apenas entrené. Ésta el trabajo, se ha encargado de fusilar algunas sesiones. Pero ya he vuelto por mis fueros. Curiosamente, este fin de semana tocaron dos "entrenos trampa". Esta clase de entrenos son aquellos que sobre el papel parecen fáciles, pero cuya realización no lo es tanto. Otra posible definición es la de aquellos entrenos que te dan la medida de tu auténtica forma.
Preparado para la lucha. Mañana en la batalla piensa en mi, y caiga tu espada sin filo: desespera y muere.

domingo, 16 de octubre de 2011

Inmadurez

El pasado jueves tuve la oportunidad de asistir a una jornada de puertas abiertas del IESE en Vigo. En ella se analizó un caso práctico por el profesor Guido Stein. La cosa estuvo bien, pasamos un buen rato, aprendimos algunas cosas (probablemente cada uno de nosotros algo diferente al resto) y trataron de vendernos su programa de desarrollo de directivos.
Ya en casa busqué información sobre Stein, porque antes no había tenido tiempo. (Si sigo a este ritmo, este blog se va a acabar muriendo y ya veremos si tengo tiempo para entrenar un mínimo.) Y me encontré con este video.
No pongo el vídeo porque me haya parecido especialmente interesante. Lo hago por lo que dice en el momento 2:20. Me molesta, profundamente. Hace unos meses se publicó una afirmación parecida en un artículo de opinión en El País. Por más que lo he buscado, no lo he encontrado (sin problemas, su lectura era prescindible, como este blog). En el artículo se hacía hincapie en la necesidad de madurar y afrontar los problemas para solucionarlos. Venía a decir que esa actitud de desconfiar de los políticos, los jefes, los otros... era una antitud infantil. Si bien no todo el mundo es bueno, no le podemos echar todo el tiempo la culpa a los demás.
La razón de mi molestia no es tanto que no esté de acuerdo, porque sí lo estoy; sino que parece que se busque una reacción para solucionar los problemas de otros. Sí, de otros. Vale, nadie nos obligó a hipotecarnos, podríamos haber ahorrado algo más en lugar de hacer aquel viaje, pudimos haber trabajado con más rigor y aprovechamiento, ser más flexibles en nuestros planteamientos laborales... pero lo cierto es que nos hemos quedado en el paro. Y ahora, ¿qué? Madura hombre, madura, no seas infantil y sal a buscar trabajo: 4.226.744 parados oficialmente registrados. Digo yo que no todos serán unos vagos.
Mientras tanto, por ejemplo, las cajas gallegas se fusionan, se liquida al Sr. Pego y se le paga la friolera de 10.800.000 €. No sé, a mi me parece mucho dinero. Juraría que más que con mis pequeños esfuerzos, sería mejor que otro se pusiese las pilas y no se prejubilase a sus 54 años. Ya sé que es infantil, pero me fastidia que el menda tenga que trabajar hasta los 67, mientras el paisano se dedica a vivir la vida padre. ¿Que es más una cuestión de muchos pequeños esfuerzos que de un gran esfuerzo? Pues nada, que se carguen el senado porque utilidad, lo que se dice utilidad... no tiene.
No le falta la razón a Davidiego cuando dice que todo es envidia. Hay mucha envidia y hay cierta inmadurez, pero desde luego, se fomenta a raudales. Otro problema de estructura cultural en este país de traca y pandereta. Pero esto no quita para que la nueva realidad que es la crisis, sea una realidad cada vez más injusta. Y no está bien echarle la culpa siempre a los mismos (y más, cuando la responsabilidad tampoco está repartida por igual).

lunes, 10 de octubre de 2011

Hay días que no me sé controlar

Como veo que la zona de comentarios está un poco aburrida, voy a contar una anécdota que me sucedió hoy a ver si se anima el cotarro.

Pues resulta que recibíamos a una personalidad en la institución para la que trabajo. El plan era visitar el centro y después unas obras que estamos realizando a menos de un kilómetro. A los cinco minutos de llegar la comitiva, me llaman de recepción a la oficina: "pregunta por ti el jefe de policía". Envié el correo que estaba escribiendo y me fui para la entrada. Todo el mundo en el recibidor, me cuelo por un lateral para dirigirme a la recepcionista: "está hablando con Teresa". Veo a la mujer del gabinete de comunicación con un señor de mediana edad, bien trajeado y con un bigotito fino. Deduzco que es el jefe de seguridad de nuestra invitada, o algo por el estilo. Me presentan y entablamos un corto diálogo:
- Mire-me dice-, es que aquí nadie sabe llegar a las obras.
- No se preocupe, yo les puedo indicar como llegar.
- La cuestión es que queremos ir antes de que vaya la comitiva.
- Bien, pues estoy disponible. ¿Quiere que vayamos en su coche o en el mío? -pregunté inocentemente.
- No, venga.

El hombre me lleva hacia el exterior y se dirige a una pareja de la Guardia Civil. Les comunica que sé a donde hay que dirigirse y que iré con ellos para enseñarles el camino. Me vuelve a preguntar si no me importa acompañarles y en un momento estoy entrando en el coche de la benemérita con sus colores blanco y verde, sus luces de colores y un montón de cacharrada dentro. No sé que me pasó, supongo que la situación me pareció simpática, porque desde el mismo instante en que me vi en el coche, con el alcoholímetro en el bolsillo del asiento enfrente, me puse de buen humor.
Les di unas indicaciones y nos pusimos en marcha y, aunque el viaje era corto, me decidí a entablar conversación con el chófer y el copiloto:
- ¿Qué tal va el coche?
- Consume un 11...
- ¡La leche!
- ...y tiene 250CV.
- Caramba, no está mal, pero un 11 es un 11.
- En autovía no hay quien se nos escape- lo repitió un par de veces, por si no lo oyera bien-, pero en carreteras secundarias toca por todas partes. Hay que tener mucho cuidado con los badenes.

Y aceleró, no sé muy bien si para demostrar que el coche era realmente potente, que lo era, o para darle vidilla al viaje y rematar rápido. Eso lo pensé la primera vez, porque saliendo de la glorieta volvió a acelerar y estuve en un tris de decirles "si seguimos así nos va a acabar parando la Guardia Civil, ¡ups!". Pero me controlé, que uno es un tipo serio. Pero claro, llegamos al polígono y concretamente a este lugar:
Y ya no me pude controlar: "Esto está fatal porque además, si nos ponemos estrictos, el obstáculo no se puede salvar porque la línea es continua". Pues oye, ni media sonrisa, creo que hasta les molestó un poco. ¡Qué poco sentido del humor tenía la pareja!. Menos mal que ya habíamos llegado, vieron rápidamente como organizarse y ya continuamos hablando de otras cosillas.
Al llegar de vuelta al centro, el jefe de seguridad me agradeció los servicios prestados, recalcando el hecho de que "es una experiencia, no todos los días se tiene oportunidad de subir a un coche de la Guardia Civil". ¡Ni falta que hace! le iba a contestar, pero callé, ya estaba en "modo trabajo" y soy un tipo serio.

Después me extraño de que mi hija mayor sea una vacilona.

domingo, 9 de octubre de 2011

Perseverancia, coraje y compromiso

Durante esta semana han pasado muchas cosas. Yendo como ha ido, la doy por finiquitada el domingo por la mañana, con la esperanza de tener un día tranquilo. Para no entrar en cuestiones personales, destaco una de las noticias de la semana, a pesar de que no ser tan noticia, la de los ejecutivos sin control (y, vaya por Dios, dos gallegos a la palestra). Una triste historia que nos recuerda que la falta de ética y responsabilidad están a la orden del día. Lo peor es creerse que éstas son historias ajenas. No hace falta mirar muy lejos para comprobar que esos graves defectos están muy intrincados en nuestra sociedad.
Una historia que sin duda no se recordará es la petición de Theresa May de abolir la ley británica de derechos humanos, a fin de controlar la inmigración. Creo que ya he enlazado alguna vez dichos derechos. Es fácil encontrarlos por ahí, y conviene leerlos de vez en cuando. Más que nada para comprobar que no se habla de grandes ideales, sino de auténticos derechos que nunca deberían ser cuestionados en una sociedad libre y con aspiraciones de ser justa.
Otra historia que solo recordarán unos miles de abnegados alrededor del mundo es la del Ironman de Hawaii de 2011. Victorias de Craig Alenxander y Chrissie Wellington. Quizás por una preferencia personal, me parece especialmente impactante la carrera de Chrissie, quien llegó mermada físicamente a la salida y dejó la T2 con 21 minutos perdidos con la cabeza de carrera. Al menos su historia es una historia de perseverancia, coraje y compromiso.
Estos triatletas, y muchos otros, nos recuerdan que los deseos, los objetivos, se pueden alcanzar en un entorno ético, en el que se asumen compromisos y se actúa responsablemente. Concentrados en las tareas que se deben realizar, esforzándose y superando las dificultades sin lamentaciones.

Fotografías de Triathlon Competitor.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Mis problemas con el inglés

Como muchos, yo tampoco escarmenté en cabeza ajena y minusvaloré la importancia de aprender inglés. Por si fuera poco, en EGB estudié francés, en BUP y COU inglés, en la universidad nada de nada y mi primer empleo, como becario por supuesto, fue en una multinacional francesa. Y ahí pensé que me iba a librar de la condena.
Menos mal que tuve los reflejos suficientes como para hacer un par de cursos del famoso "That's English!" antes de empezar a trabajar donde trabajo, porque a los dos meses de cambiar de empresa ya estaba volando con destino a Cambridge... Pero bueno, me puse las pilas y hoy en día tengo un nivel digno que incluso me ha permitido dar algunas charlas.

Ejemplo 1

Después, he tenido que realizar no pocas entrevistas de trabajo. Y haber desempeñado esa tarea me permite afirmar que el nivel de inglés del 99% de los candidatos a un empleo es medio. Claro que "medio" va desde "estuve dos años trabajando en una empresa alemana en la que el idioma de trabajo oficial era el inglés, así que hablaba con mis compañeros en inglés y los documentos de trabajo también eran en inglés", pasando por un "lo leo y nunca lo he hablado pero si tengo que hacerlo lo hago", hasta un increíble "¿medio? ¿puse eso en el CV? Bueno, ya se sabe que en los CV todo el mundo miente". Esto último me llevó a dudar entre descartarlo por mentiroso y caradura, o por no saber un mínimo de inglés (creo que elegí lo primero).

Ejemplo 2

A lo que iba. El caso es que en nuestro coche se escucha mucha música y no pocas veces me toca traducir las letras de las canciones. Pero, ¿qué hacer cuando la letra no se puede calificar como "para todos los públicos"? Al menos, no para públicos menores de diez años. De repente, paso de traducir las letras de motu propio (escúchese el primer ejemplo), a convertirme en un perfecto ignorante: "pues la verdad, ni idea de lo que dice la letra" (escúchese el segundo ejemplo). Soy consciente de que la situación llegará a un punto en el que sea insostenible. Espero que para entonces el problema no sea tanto la traducción, como la acción. ¡Qué Dios nos pille confesados!

martes, 4 de octubre de 2011

En busca de inspiración

Supongo que en algún momento todos necesitamos un hecho, unas palabras o una canción que nos ayude a ir más allá o a transitar por un momento difícil. Otras veces, basta con un punto extra de motivación. Algo que nos devuelva la alegría por lo que estamos haciendo.


Este es un tema recurrente en los blogs, al menos en los de carácter deportivo. A pesar de solo recibir un comentario, una de las entradas que más visitas ha recibido este blog es la de "Poemas inspiradores". Por mi parte, muchas veces he disfrutado de las entradas de otros en el sentido que describo. Así, por ejemplo, recuerdo frecuentemente una entrada de Nacho Cembellín en la que se hacía eco de unos pensamientos de Regina Brett (los originales, aquí).

La canción con subtítulos,creo que merece la pena.

Pero hoy quería destacar el blog de Pablo Cabeza, de quien siempre se aprende a través de sus crónicas (la de su primera participación en Hawaii es simplemente increíble), historias (como la que dedicó hace un tiempo a la trastienda del Ironman de Hawaii) o pensamientos (como éste que me ha empujado en algunos entrenamientos que no querían salir). Gracias.

domingo, 2 de octubre de 2011

El tiempo de nuestras vidas

El puerto deportivo de Vigo

A menudo tengo la impresión de que corro a través del tiempo y, este momento en particular, lo recordaré como de transición. Aunque todavía no sé hacia donde voy, y quizás nunca lo sepa.
Sol y Sombra, en Sevilla

Empezé la semana con un festivo local. He estado en Vigo, Pontevedras, Linares, Cádiz, Sevilla y otra vez en Vigo. Ha sido una semana muy ajetreada. De ir de un lado a otro, comiendo a deshora, viendo como el "correo sin leer" crecía sin parar, encajando pequeños entrenos a última hora del día. Mi humor a oscilado desde un alegre ma non troppo, hasta un sumamente enfadado y vuelta a la normalidad.
En algún lugar en San Fernando, Cádiz

Viajar con un compañero con el que te llevas bien es una suerte. Volamos desde Santiago a Sevilla y la primera noche le llevé a cenar al Sol y Sombra. Taberna típica en la que arreglamos el mundo, tal y com estaban haciendo los demás clientes, excepto una pareja de turistas que se dedicaban a disfrutarlo.
Vista desde A Taberna do Croque, en Vigo

Ese mismo día, probé el minimal running. Ryanair y sus famosas restricciones de equipaje en cabina me convencieron de que llevase mis escarpines: sin amortiguación, sólo una suela de goma. Al día siguiente corrí algo más de veinte minutos sin mayores molestias. Una sorpresa.
La Ría, que este año no pude cruzar

La semana fue pasando, hacíamos nuestro trabajo y se nos acumulaba más en casa. Ya el viernes tomamos el AVE a Madrid y con Spanair, volamos de Madrid a Santiago. Una amargada nos obligó a facturar las maletas y, ante nuestra queja, nos recomendó que reclamásemos al presidente del gobierno. Después una hora de retraso el avión despegó. La compañía nos obsequió con una revista con un reportaje sobre Vigo. Ni a propio intento se podrían poner fotos con menos encanto.
La máquina de la felicidad

Llegamos a Vigo, después de conducir desde Santiago, comprobando que si hubiésemos salido en coche desde Sevilla, hubiésemos llegado en el mismo tiempo. Dos mujeres y cinco niños viviendo vidas paralelas, comunicadas por el teléfono...
Un papel higiénico que expresa un deseo popular

El sábado rodé con prisa en la BTT. Adelanté a todo aquel que se puso en mi camino. Hizo calor, me sentía bien, volvían las buenas sensaciones. A la noche, disfruté de un mojito y me reí con el papel higiénico del bar.

lunes, 26 de septiembre de 2011

V Triatló da Amizade

Sin pies ni cabeza
Era la última prueba del calendario. Un triatlón que celebra la amistad de dos pueblos, un triatlón en el que se atraviesa una frontera que es un río, en el que se pedalea por los restos de una fortaleza innecesaria a los pies de una orilla y se corre alrededor de otra igualmente inútil en la orilla opuesta. Triatlón de modalidad cross, que este año era, además, campeonato gallego de la especialidad.
Concentrado minutos antes de la salida

El Xocas miraba al río en un día padre para disfrutar del triatlón. Volvía al lugar de su primer encuentro con el triatlón... y de su primer desencuentro. El nado se haría a favor de la corriente, curiosamente, en sentido contrario a la desembocadura del río por el efecto de la marea que, a la altura de Goián, era claramente perceptible. Casi sin darse cuenta, estaba en medio del lío. Sin manotazos ni chingones que interrumpiese el que entendía era un buen hacer. Así, llegó a la orilla un tanto mareado y no miró el reloj hasta que estaba de camino a boxes: ¡poco más de doce minutos! Ándale que no fue corta la natación y ¡cómo empujó el río!
Ya sobre su bicicleta roja despachaba el primer tramo de asfalto y adoquín camino de la fortaleza, rogando al cielo que el circuito fuese todo lo fácil que recordaba. En el primer repecho duro, un par de triatletas que le precedían echaron pie al suelo. Esto sucedía cuando el Xocas cambiaba de plato y coronas. Forzó más de la cuenta y finalmente también subió lo que quedaba de cuesta corriendo. Un llaneo, una bajadita, otro repecho y el plato pequeño que no entra. Otra vez el pie al suelo y arriba, y arriba y a por las bajadas. Tras un corto tramo de asfalto, un cambio de sentido cuesta abajo en el que se pasaba del mencionado asfalto a una zona de piedras sueltas. El Xocas vio volar al triatleta que segundos altes le adelantaba justo antes del punto de giro. ¡Ay madre! Apretó los frenos hasta casi quedarse parado y con la mayor prudencia pasó al lado del colega que ya se reincorporaba. Al poco le volvería a pasar, antes de la última subida digna de mención. Aquella en la que hacía dos años perdió la oportunidad de completar su primer triatlón. En esta ocasión, le valió para comprobar que, en aquella primera subida, estropeó el cambio delantero y se había quedado sin plato pequeño.
La segunda vuelta fue parecida a la primera: lo que se tendría que hacer con el plato pequeño, se hizo con el mediano y todas las coronas disponibles. Así, mientras que subiendo mantenía la posición más o menos, en las bajadas sus colegas le adelantaban sin piedad. Estaba claro que o le faltaba valor, temeridad o ambas cosas a la vez. La competencia se le hacía dura y a su pesar, llaneando hacia el punto de giro se encontró con que tampoco podía utilizar el plato grande, pues se le salía la cadena, cosa que comprobó hasta tres veces (aunque esto no le hizo parar). Pero todo se acaba y cruzar el puente sobre el río Miño recompensaba estas pequeñeces y los calambres en el gemelo. Una prueba de que se estaba esforzando como la ocasión lo merecía.
Pero la carrera a pie venía con regalo. Dura y variada, un buen cross. Un tramo corto de arena, unas escaleras, unas curvas fortaleza arriba y abajo y una cuesta abajo bien pendiente para quemar los muslos. El Xocas empezó a paso lento, machacado por un inoportuno flato y otro dolorcillo del que no quiso dar parte. La primera vuelta siempre le cuesta, le cuesta la cuesta y le cuesta que lleguen las buenas sensaciones. Más al fin y al cabo las sensaciones acaban llegando y, si no llegan, acaba la carrera. Nuestro protagonista acabó feliz y lleno de moral tras adelantar al menos a cinco triatletas en la última vuelta y solo le sorprendió un tiempo superior a 30 minutos para los cuatro kilómetros y medio que anunciaba la organización. ¡Bah! - pensó - será como en la bici, que anunciaron 17,4 y casi fueron 20.
Un bonito sombrero, en lugar de la manida camiseta, con el eslogan: "No se me va de la cabeza" (premonitorio, sin duda)

Epílogo
La verdad es que el Xocas estaba mosqueado: 30 minutos para tan poca distancia. Algo no encajaba, no tenía la sensación de haber rodado tan despacio, pero, entonces, había dado una vuelta de más. Consultó de nuevo los reglamentos y surgieron más dudas. En el reglamento del campeonato gallego, se anunciaba que el circuito a pie era a cuatro vueltas. En el reglamento general, que era a dos. (Esto que el autor escribe, se puede comprobar aquí.)
Por si fuera poco, había salido del agua justo en mitad del pelotón y perdido posiciones en bici, pero, desde luego, no le habían adelantado veinte triatletas a pie. Al final, rodando de camino a casa el lunes por la tarde, cayó en la cuenta de que no tenía que comprobar más que un par de dorsales para salir de dudas. Efectivamente, hizo una vuelta de más. Es cierto que fue culpa suya, era su obligación conocer los recorridos y el reglamento, pero quizás hubo una cierta desorganización por parte de aquellos que pusieron las reglas. En todo caso, qué más da tras la satisfacción de haber podido con todas las dificultades en un día en el que, para mayor satisfacción, se vio arropado por su familia.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Entrenos con la BTT

El domingo compito en el Triatlón da Amizade. Es el triatlón cross en el que intenté debutar en 2009 y que se saldó con mi único abandono en una prueba deportiva. Una avería mecánica me impidió continuar la que estaba siendo una experiencia satisfactoria y este fin de semana toca saldar cuentas.
Por tanto, los últimos entrenos en bici los estoy haciendo con la BTT. Primero, para recordar como se manejaba, por el camino del Lagares. Es un camino más para caminantes y corredores que para ciclistas, pero, según la hora, también vale para rodar a buen ritmo. Además, entre Castrelos y la Avenida de Madrid hay una zona en la que se puede subir y bajar una pendiente corta pero maja y rodar sobre raíces.
Con la idea de subir y bajar por sitios con un poco más de chicha, incluso me atreví con algún recorrido fuera de las pistas de Castrelos. Aviso a navegantes: la pendiente del fondo tiene una zona de piedras grandes en la que se puede sentir como todo el valor que se lleva se esfuma más rápido que el sueldo del mes.
Después he vuelto a subir al Vixiador, en donde el año pasado se celebró el duatlón cross de Mámoa de Candeán. La primera vez hice unos cuantos circuitos y el recorrido del duatlón un par de veces, para acabar con las piernas temblando. La segunda me envenené yendo de un sendero a otro con afán exploratorio. Al final, no hay como sentir la tranquilidad de un trote a pie. Creo que la bici de montaña y yo no estamos hechos el uno para el otro. Demasiada emoción para mí.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Disfrutando con los grupos de edad

Aunque no me sienta bien ir a ver una prueba en la que no participo, supongo que se me irá pasando, no podía dejar de acercarme a ver al menos una parte del Campeonato de España de Grupos de Edad. La verdad es que ha sido bonito. El día parecía mejor de lo que realmente era. Entre soleado y nublado, con un aire constante que enfriaba el ambiente y un mar que estaba movidito. Para los que compitieron en el Campeonato Gallego la semana pasado, un pleno.
Juanjo y compañía, volando por Samil

En mi opinión, la playa de Samil lució como sede del campeonato. Es una pena que no se haya publicitado más el evento, porque tuve la impresión de que el público que había y que no suele ver este tipo de pruebas, disfrutó de las carreras. Tengo ganas de comprobar que pasa mañana.
No se supo si la afición se alegró más de ver a su atleta o viceversa

Me encantó jugar a analizar como corrían unos y otros, escrutar las bicis, animar a los amigos y curiosear en la micro-expo. Hoy salvé la cartera porque me fui con un billete de cinco euros, pero mañana toca ver la prueba elite así que...¡algo caerá!
Javichín, que hizo un carrerón pero estuvo muy serio (¡qué concentración!)

Y que caras de agotamiento al acabar la carrera. Al final, un triatlón olímpico disputado a tope es una buena paliza. Por otra parte, un triatlón es un triatlón, y como dice la directora deportiva, es raro no ver a algún triatleta enseñando sus cosillas. Y para muestra un botón: cambiándose en el medio y medio del recinto cerrado a los triatletas y "tapándose" con una toalla de bidé.
Si no me creéis, ampliad la foto

viernes, 16 de septiembre de 2011

¿Se pueden correr 8.600m empezando a las 22:45, incluyendo algo de técnica de carrera, algo de movilidad articular, después de cenar (ligero), corregir unos ejercicios de inglés de la niña y dejarlas en cama?

¿Se puede hacer 40 minutos de rodillo empezando a las 22:50, más 150 abdominales (bueno, como ayer), después de cenar (no tan ligero), habiendo llegado a casa echo polvo después de un día de perros?

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Echándole una manita a Kilian

Pues el otro día iba trotando por el monte y cerca de un claro oí una discusión. ¡Qué raro!, pensé. Suponía que era un lugar solitario y me acerqué. Y ahí estaba este chico, Kilian creo que se llama. Que ha ganado alguna que otra carrera y se le veía acalorado discutiendo con unos tipos que iban cámara en hombro, con micrófonos y demás parafernalia. Deduje que estarían grabando algún vídeo o algo así, y como el Kilian iba vestidito de blanco como si fuera a hacer la primera comunión, supuse que se había mosqueado. La verdad es que un poco notas sí que iba.
El caso es que al verme se alegró un montón. Que si seguía mi blog, que qué suerte que siempre iba a las pruebas acompañado, que si conocía al Furacán... la verdad es que es un chaval muy agradable. A lo que iba. El problema es que los del vídeo querían que se pusiera a correr por sitios imposibles y él no quería, claro. Una cosa es darse un garbeo de ciento y revienta kilómetros por el Montblanc y otra cosa muy distinta jugarse el tipo por cualquier camino de cabras.
Así que, por aquello de ayudar al prójimo, le propuse que él subiese las cuestas y yo las bajaba. Con lo que pudiese le grababan de frente y yo me encargaba de las tomas desde atrás. Lo peor fue correr con los calzones blancos, pero bueno, por un colega si hay que hacerlo, se hace. El resultado es el del vídeo. Ya os adelanto que en el minuto 2, segundo 8, el Kilian se pegó una castaña del demonio. Solo a él se le ocurre ponerse a hacer cosas raras en el aire. En el minuto 2:33 se me ve de cara, al menos tuvieron el detalle de sacarme aunque fuese de refilón. Ojito a la toma del minuto 3:27.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

XXIII Triatlón do Miño

Días de pérdida no son de ganancia
La verdad es que si no fuera porque ya estaba inscrito, no hubiese ido. El sábado aún tenía unas décimas y era consciente de que aún no estando enfermo, no estaba recuperado. Así que las cosas salieron como estaba previsto y no hay mucho que contar. Además, se trata de un sprint, todo pasa muy rápido.
Para empezar salimos con retraso, Juanjo ponía cara de frío, yo lo tenía y Carlos se reía de los peces de colores, mientras Pastrana presumía de 10 años con el mismo neopreno (y 10mm de grosor que debía de tener, ya hay que estar fuerte para nadar con eso). Es decir, nos dio tiempo a charlar y quitar alguna fotillo mientras esperábamos a que regresase la ambulancia. Y es que de ahí vino el retraso, hubo intervención en la prueba popular.
Pero bueno, una vez en el agua nos estiramos a lo largo de la línea de salida y la natación fue bastante limpia. Antes de llegar al punto de giro ya se me estaba haciendo larga y realicé todo el retorno en solitario. Sin mirar el reloj ya sabía que no me estaba luciendo en absoluto. En fin, del agua a la bici y de la bici al muro de adoquín. Fallo con unas de las zapatillas y a punto estoy de irme al suelo. Menos mal que alguna destreza todavía conservo.
La bicicleta a tres vueltas en un circuito que me gusta y destaca por una larga bajada tendida que después se sube. Otra zona de bajada muy rápida y un repecho simpático. Las dos primeras las hago a una buena velocidad media, pero la última me dejo llevar por mis compañeros de viaje que decidieron reservarse un poco para el segmento a pie.
Ya en la carrera a pie me siento sin fuerzas y completando la primera vuelta compruebo que será difícil mejorar el tiempo del año pasado en este segmento. En la segunda vuelta voy a menos y remato bastante chafado. De alguna manera, conservaba la esperanza de hacerlo mejor. Al final, el mismo tiempo que el año pasado (medio minuto más) y cuatro posiciones mejor. Es decir, igualico, igualico quel difunto de su agüelico.
Al menos, no me he lastimado como sí le pasó a otros, ¿verdad Juanjo? Para el año, habrá que intentar hacerlo mejor, ya que éste no fue posible. Porque, después de todo, este es el más bonito de los triatlones del circuito gallego.