Mi directora deportiva me dice que me flipa el calor. No es cierto, o creo que no. Pero estaba loco por salir sobre mi bicicleta, después de comer, por mi ruta favorita del Ribeiro. Desde Ribadavia hacia Cortegada y ya se verá.
Carretera estrecha y sinuosa, vegetación frondosa. El calor hace que las hojas de los pinos huelan con intensidad, los robles todavía presentes y este aficionado empieza a sudar mientras se pelea con un plato pequeño de cuarenta y dos dientes. La ruta me trae recuerdos de salidas recientes, como aquélla durante la que estrené la Six 13, y de salidas lejanas, con un amargo recuerdo. La ensoñación es tal que hasta eché la mano al cuadro para cambiar de corona. Quizás si acusaba el calor.
Mientras llegué a Cortegada y vi anunciado el nombre de una aldea cercana en la que vivían unos amigos de juventud. Hasta allí una pronunciada cuesta y la apuesta de acercarme hasta el lugar para tentar a la suerte. Subo y después bajo y por fin llego a la fábrica. Todo en calma, limpio y ordenado. Demasiado. En ese momento veo un coche rojo bajar por el camino, miro en su interior y veo al padre de uno de aquellos compañeros de BUP.
Paro el coche. "Así disfrazado no te conozco". Yo al él tampoco, lo he visto un par de veces antes y lo confundo, pero pronto deshacemos el error. Entablamos una breve conversación. Me cuenta que su hijo ha sido padre recientemente, lo sabía, y que cerró la fábrica hace un año. Él fue el único de doce hermanos que fue a la universidad a estudiar económicas. La condición que le puso su padre fue que regresase para llevar el negocio. Resistió pasadas crisis como la del setenta y tres, pero unos cuantos pufos durante la actual lo llevaron a cerrar. Se queja y aún así mantiene la sonrisa en la boca.
Regreso a Ribadavia por donde he venido, parando para reponer líquido en abundancia. Pese a las noticias vuelvo satisfecho con el paseo y el encuentro. Al fin y al cabo, se le veía un abuelo feliz. No obstante, no dejo de pensar en que sólo me he cruzado con unos pocos niños en bicicleta y en que el sábado se contaban por docenas los borrachos en la Festa da Istoria. Quizás no sea el país que merece una minoría, pero sí el que quiere la mayoría.
6 comentarios:
Decenas? centenas! a mi se me echaron casi encima 2 borrachas que apestaban a kalimotxo.
En fin... la carretera esa es chulísma y sí, al final de por aquí montamos en bici 4 gatos y no se ve relevo generacional.
Killo, y por que no le pediste una copita pa rematar la faena, jajajajaja.
Buena salida amigo as echo a esas horitas, que nos gusta la marchaaaa.
Un abrazo colega.
otros tiempos eses... ya no vuelven Xocas,
lo que "asusta" es que de borrachos se ven todos los dias,
como digo yo sudar...cuesta
pero te hace mas grande
buen regreso
Si es que en esas edades no se piensa en sufrir, se piensa en hacer el zángano...
Enhorabuena por el triatlón. Si es que ya te gustas... ¿y esa natación, fruto de concentración veraniega?
Furacán, cuidadín con esas kalimotxeras...
Una buena salida a pesar de las horas y ese calor. De lo de la gente esa, hay en todos lados, en fin.
Un saludo.
Furacán, todos los años me repito que no vuelvo y sólo cumplo algunos. La comida familiar pesa mucho.
El Lay, la bici me encanta. No salgo más porque todavía no he encontrado el tiempo para ello.
Cavasco, el espíritu de tiempos pasados todavía lo conservo y espero hacerme grande.
Atalanta, ¡qué me voy a gustar! La natación, en tiempo, fue peor que la del clasificatorio de Pontevedra, sin embargo las sensaciones fueron mucho mejores.
Ángel, una salida estupenda, de las que se recuerdan con una sonrisa en los labios.
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