Intervalos de transición

Se suele decir que la tarde del domingo es una tarde para el aburrimiento, en la que el común de los mortales no sabe en qué emplear su tiempo. Una mezcla entre desasosiego y abulia le invade, acosado por un lunes que se acerca y un fin de semana que se escapa. Es un asunto de una importancia tal que los suplementos dominicales le dedican un artículo al respecto de cuando en cuando (cuando sus redactores se aburren y no saben en qué emplear su tiempo).
Lo cierto es que no me siento identificado en absoluto con ese grupo. Más bien al contrario, suele faltarme el tiempo para todo lo que tengo por hacer o lo que me gustaría hacer. Y para muestra un botón. Hoy tenía un entreno de "intervalos de transición". Creo que fue la primera vez que lo hice: pasar de la bicicleta a la carrera a pie repetidas veces, sin solución de continuidad.
Así, preparé la bicicleta sobre el rodillo y dejé las zapatillas listas en el pasillo de la entrada. Comencé con un rodaje suave sobre la bicileta y, al cabo de un rato, me calcé las zapatillas de correr y salí a la calle a trotar. A continuación, unos estiramientos suaves, algo de movilidad articular, unas progresiones y ¡a los intervalos! Carrerita a ritmo, me voy hasta el final de la calle y vuelvo. Subo a casa, me quito unas zapatillas me pongo las otras y a ciclar. Comienzo a sudar como un animal. Me bajo de la bici, vuelvo a la calle. Regreso, me subo a la bici. Al bajarme mi hija mayor se me queda mirando con cara de asombro:
- ¿Estás haciendo un duatlón?
- Algo parecido, ¿te parece divertido?
- Sí
No hay tiempo para más diálogo, los de la terrraza de al lado me miran como sufriendo un déjà vu o quizás pensando "ya está aquí el de siempre".

La carrera y las pedaladas cortas, subiendo la intensidad y rematando como empecé ciclando un rato y trotando otro poco. En resumen, cansado pero súper divertido. Me ha gustado.