martes, 27 de abril de 2010

Un cuento

Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios ATUNES muy grandes.
El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo. El mexicano replicó: Oh! Sólo un ratito.
Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para coger más peces. El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia.
El norteamericano volvió a preguntar: ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?
- Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.
El norteamericano dijo con tono burlón:
- Soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande. Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.
- Pero señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?
- De quince a veinte años.
- Y luego ¿qué?
El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:
- Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.
- ¿Millones, señor? Y luego ¿que?
- Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.
- Bueno, pero eso es lo que hago ahora señor ¿Por qué tengo que esperar veinte años?

5 comentarios:

Mildolores dijo...

Solo porque la guitarra tendría esmeraldas incrustadas o perteneció a Elvis Presley, viviría en una lujosa mansión con embarcadero, cama tamaño King-size, tal y tal y tal.
Así de absurdo, así de cierto.

MAE dijo...

Cuéntame un cuento y verás que contento .... bonito si señor, si es que la vida hay que vivirla para ser feliz, y si es con secillez, naturalidad y sin "altos rumbos" es mucho más rica, estoy convencida de ello. Ay, el dinero cuánto "poco bueno" lleva consigo.

Besicos

Furacán dijo...

Si, hace tiempo que lo leí y me pareció buenísimo. Para reflexionar sobre muchas cosas absurdas que vemos a nuestro alrededor.

manuelbinoy dijo...

Lo conocía y siempre que vuelvo a leerlo pienso en lo absurda que puede llegar a ser la vida; un saludo, amigo.

Xocas dijo...

Voy a hacer de abogado del diable. El cuento lleva mucha razón, pero es un poco como los libros de autoayuda o los seminarios que se dan de gestión empresarial. Se olvida de los grises, como por ejemplo que muy probablemente los atunes no darían para comer a su familia y tendría que trabajar como un negro, permitidme la expresión, para sobrevivir, no ya para hacerse rico (como nos ocurre a la mayoría, vamos). En cualquier caso, el fondo es muy válido.