Unos días antes recordé la buena experiencia de hace un par de años y pensé que debía volver a correr la nocturna de San Juan. Después Davidiego me recordó en el último minuto que no podía retrasar la inscripción y así, el día de autos me encontraba dando vueltas a la Plaza del Rey con otros cientos de participantes.
Mi primera carrera popular desde septiembre del año pasado. Me pierdo un poco con la logística y se me ocurre cambiar de agua al canario apenas un minutillo antes de la salida. Y claro, salgo de detrás del arbusto y por megafonía anuncian que para la salida, que ya nos vamos. Veo a una marea de gente desplazarse hacia una línea que no existía y yo que no llego a meterme más que en una posición demasiado retrasada para mi gusto.
Pero ya da igual, se da la salida y es imposible correr. Troto esquivando a unos y a otros, no doy llegado al ritmo que quiero mantener. Mi objetivo es correr entre 4:20 y 4:30 y así no llego ni a 5 pelados. Me agobio un poco, el olor a sudor de la muchedumbre me desagrada y caigo en la cuenta de que lo que me falta es práctica de correr rodeado de tanta gente.
Poco a poco estabilizo mi ritmo. Mi carrera se vuelve divertida. La primera parte consiste en bajar y llanear. Voy cambiando de liebre a medida que lo voy necesitando para mantener la velocidad que quiero. Cada vez voy más cansado pero las cosas salen según lo previsto. Al encarar el tramo final por Beiramar lo veo hecho y aunque me cuesta mantener el ritmo, llego a meta con fuerza, adalantando a un participante a escasos 100m de la meta (vergüenza debería de darme).
Como en 2009, tras cruzar la línea de meta disfruté de las sardinas y una cerveza, pero también de los pimientos de padrón y un par de ricas rosquillas. En 2013, habrá que repetir, a ser posible, en la misma compañía.
2 comentarios:
leido y no leido!
En una carrera cuesta abajo, poco hay que contar.
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