El lunes tocaba clase de natación. Hay que mejorar ese pobre estilo que me caracteriza. Casi, casi, que me caracterizaba. Solemos estar un grupo de 3 a 5 personas. El abuelo, dicho con todo respeto, le apodo así porque lo es. Rondando los sesenta años, buena planta, mirada triste. La sirena, porque nada que se las pela la chiquilla, rondará los 25, siempre muy sonriente. Un chaval de mediana edad, muy majete, el menda. Y después, en ocasiones, otras dos personas que, por no ser regulares, nos facilitan la vida a los que nos lo tomamos más en serio (supongo que alguien ya me habrá oído reir a estas horas).
El caso es que ayer estábamos el abuelo y yo solos. Cinco minutos antes de la hora de comienzo, ni la profesora estaba en la piscina. Comencé a hablar, no tengo remedio, también hablo solo. Y sin darme cuenta llegamos a este punto:
-Hice la travesía del Bao hace dos años. Pero no he vuelto a hacer travesías desde que me dio el infarto.
- (M.! La historia me interesa, pero me voy a arrepentir de haberla escuchado.) ¿Sufriste un infarto? (Pregunta tonta donde las haya, lo acaba de decir.)
- Sí. Estuve con el corazón en parada durante siete minutos.
- (¡¡¡ Siete minutos!!! No puede ser. ¿Será cierto?)
- Parece que sobreviví porque estaba en buena forma.
- ¡Ah!, ya, claro. En buena forma.
- Sí, formaba parte del Club de las Traviesas. Hacía mucho ejercicio, no fumaba, estaba en mi peso...quizás la presión del trabajo.
- Vamos, que no dabas el perfil típico.
- No. Ahora, claro, he levantado el pie. Hago menos.
La madre que lo parió. No me tengo por hipocondríaco, pero los temas de corazón siempre me han dado respeto. A veces por la noche siento el pulso acelerado. 61ppm. Sólo un poco más alto de lo normal, tampoco es que vaya desbocado, pero no me quedo tranquilo. Por supuesto, durante los 1.300m de ejercicios variados, me dio un buen repaso. Los largos de ida pensaba "pues sí que nada el c.", los largos de vuelta desbarraba "de este año no paso sin hacerme una prueba de esfuerzo".
. . .
Apenas dormí cinco horas para tomar el avión de las 7:30h. Esto equivale a quedarse dormido en posición de máximo encogimiento antes del despegue. Sí, soy capaz de eso y más. Desperté con el timbre que anuncia el descenso. La vista era impresionante. Un mar de nubes muy denso, que acababa súbitamente en la sierra. Hasta aquí llega el limbo. Después la pelea. ¡Quién fuese Denys George Finch!
5 comentarios:
dentro de menos de treinta años contarás que desde que te torciste el tobillo has levantado el pie... y dejarás asombrados a los chiquillos que te rodean...
Le puede pasar a cualquiera, quien se lo iba decir a Steve Larsen por ejemplo, pero vamos si sientes el pulso acelerado con 61 ppm!! si que es para preocuparse jajajaja, cuantas ppm tienes cuando no está acelerado?
Rectifico, acabo de ver que Steve no murió de un ataque al corazón sino de una reacción alérgica pero para el caso es lo mismo, alguien sano deportista que de repente...
DD, ¡eso espero! Y ojalá lo haga en Nueva Zelanda, Pekín o Roma.
Furancán1, 54-56ppm al levantarme. Pero no me sirve de gran cosa.
Furacán2, no vayas a pensar que no maté la cabeza con lo de Steve.
Suscribo las palabras de Davidiego.
Bien por ese "abuelo".
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