A carreira solidaria das estrelas

Óscar Pereiro en acción

Pues eso. A Ribadavia a comer y a llevarnos al resto del equipo, que nos teníamos que ir a Santiago. El motivo es que me habían invitado a participar en la Carrera Solidaria de las Estrellas. Sí, invitado. Es cierto que a Óscar Pereiro lo invita la organización y a mi Megamán, pero fui invitado al fin y al cabo.

La idea es dar unas treinta vueltas a un circuito de un kilómetro entre dos rotondas. La inscripción consiste en donar un juguete y está abierta al público. Uno de los atractivos es la presencia de varios de los ciclistas profesionales gallegos.

Momentos antes de la salida. Se me ve tenso, ¿eh?

Durante el viaje pudimos comprobar que la temperatura apenas subía unos grados y, aún encima, parecía que quería llover. Uno recuerda aquello de que en Santiago la lluvia es arte y tal y tal, pero lo cierto es que no me apetecía disputar la carrera bajo la lluvia (ay, casi se me disloca la mandíbula al escribir esto último, ¡qué ataque de risa!).

Varios de los ciclistas que compitieron por la mañana, se divirtieron por la tarde. Aquí el campeón gallego Máster 30 de ciclocross

Total, que llegamos, lo preparamos todo y me pongo a dar algunas vueltas para calentar. Después de un par me doy cuenta de que no estoy calentando nada. Botines de neopreno, chaqueta fuera, chuvasquero dentro y otro par de vueltas más. Como se puso a llover de verdad me cobijo bajo los soportales mientras esperamos a la señal de salida. Es bien sabido que el Xocas siempre anda a la última pregunta. Iba sin guantes pese al frío y la lluvia. Así que cuando me vio David Blanco (último ganador de la vuelta a Portugal, vuelta que ha ganado en tres ocasiones), me ofreció un par suyo. ¡Muchas gracias! Otros no sienten las piernas y yo ya no sentía los dedos.

A la línea de salida y vamos para allá. Las primeras vueltas simpáticas, dentro del pelotón mientras los que saben de esto entran en calor. Eso sí, un par de latigazos en sendas rotondas y el Xocas es abocado a la modalidad de no-drafting. Estas cosas son así, unos hacen trampa chupando rueda y otros ni a propio intento.

Durante las primeras vueltas después de quedarme descolgado fui adelantado y me fue adelantando otro ciclista. Esto me animó mucho. Me dije, ya tengo mi propia carrera. Pero como tantos otros, cuando vio que era imposible alcanzar a los diez que iban en cabeza, abandonó. Y es que hubo muchos abandonos. Como abandonar es un verbo que no conjugo salvo causa de fuerza mayor, me divertí intentando mantener un ritmo digno y viendo como me pasaban cada "nosecuantas" vueltas. Al final, da igual quien ganase. Si ello es posible, ésta no fue una carrera competitiva.

 Si hay que correr, ejem, de noche, con lluvia y frío, ¡se hace!

Balance: agridulce. Dulce porque me gustó participar, me hizo cierta ilusión compartir pelotón con algunas figuras como Pereiro, Blanco o Megamán. La afición de primera. De forma particular, no me cansaré de ensalzar el mérito de mi directora deportiva que con frío y lluvia estuvo al pie de la carretera. Agrio porque por una serie de circunstancias personales llegué más tocado de lo que creía a la carrera y ni siquiera estuve a la altura de un buen entreno (eso sin contar de que era el fin de mi tercera semana de entreno regular). No es que necesite excusas, después de todo da igual quedar de penúltimo que de antepenúltimo, pero me gusta que estas cosas salgan mejor.

Compartiendo una afición.

Por último, agradecer a Mateo y a mi reportera personal la documentación gráfica.