Pues aquí estamos a golpe de lunes. A pocas horas de acudir a la fiesta del patín, en el día de las letras gallegas. Me acuerdo de la salida en bici del viernes. Quedé con Juanjo y salimos de Samil (en realidad yo ya había salido antes) hacia Nigrán por el interior. De allí a Gondomar y subimos al alto del Couso. Y ahí nos líamos. Teníamos ganas de más y un despiste monumental, sobre todo mío, nos puso en Tomiño y de ahí a La Guardia y regreso a Vigo, peleando contra el viento en un sube y baja ondulante por la costa. Al final, más de cien kilómetros y más de cuatro horas de salida, cuando estaban previstas dos o dos horas y media. Y claro, nos dio tiempo a hablar de muchas cosas y le conté una anecdota de la semana pasada, que me ha animado a dejar por escrito.
El martes se suponía que debía viajar con mi jefe a Bolonia. Debido a la nube volcánica volamos hasa Madrid y allí esperamos durante casi siete horas en la T4 al vuelo siguiente. Éste se retrasaba continuamente, de media en media hora. Ante la perspectiva de dormir en la terminal reservamos un hotel en Madrid y cancelamos el viaje. En el taxi íbamos comentando el discurrir de la tarde, como nos habían subido y bajado del avión, el problema de encontrar un hotel...llamé a la agencia explicándole lo sucedido. Dudábamos si regresar en coche de alquiler o en avión y nos acordamos del tren. Mi jefe le pidió un número de información al taxista, no funcionó. Localicé por internet el número de RENFE. Así que mientras mi jefe compraba los billetes, yo llamaba a Italia y cancelaba el coche de alquiler y el hotel. Conseguimos cama en el tren hotel, cancelamos el hotel en Madrid. Cambiamos de dirección y hubo un momento de calma.
- Oigan, ¿ustedes son españoles? Porque hablan muy bien español.Nos miramos sorprendidos, mi jefe contesta:
- Sí, ¿por qué lo pregunta?
- Mira que han tenido problemas, siete horas en el aeropuerto y ahora hacen sus gestiones tan tranquilamente. Ni un grito, ni mal humor, ni un mal gesto...
Mi jefe le pilla el punto al taxista:
- Ni un "mecagoenlap."
- ¡Eso! ¡Ni un "mecagoenlap."! Es que si fuese yo, bueno, la que habría caído...¡Qué lección de temple! Que serenidad y eficacia.
- No parecemos españoles, ¿verdad?
Al final nos acabamos riendo los tres a base de bien. El taxista nos dejó en Chamartín estrechando nuestras manos y agradeciéndonos aqulla lección de temple. Aunque supongo que también pensaría que nos somos buenos españoles.
5 comentarios:
buen despiste y anecdota!
buena semana !
¡Qué bueno! Así va España; si es que ya no quedan españoles!!!!
Buena anécdota, buena.
Seguro que fue un despiste? jejejje
Gracias Óscar, igualmente!
Manu, y que lo digas. Españoles descafeinados. Si lleba a saber que no nos gusta el fútbol a ninguno nos echa del taxi.
Furacán, sí, no veas las caras al llegar a casa. Pensaron que había tenido un accidente.
buena operativa... ME GUSTA...
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