martes, 14 de septiembre de 2010
Volare, oh, oh!
Cuando desperté me di cuenta de que tenía las piernas completamente estiradas. Los asientos se veían anticuados y no reconocí el avión en el que volaba. Las instrucciones de seguridad lo decían: un Boeing 717. Algunas personas no saben que la disposición interior de la aeronave no depende del constructor de la misma sino de la aerolínea que la compra. Así, supuse que el aparato en el que viajaba tenía sus años y recordé mi primer viaje en avión. Fue en el año noventa y nueve y volábamos a París, con parada intermedia en Valladolid. No me pidieron el carnet de identidad y los controles de seguridad eran más sencillos y, en mi opinión, igual de eficaces.
Al menos desde entonces, parece que los asientos hayan encogido así como el espacio entre los mismos. Crecí con la idea de que volar era para clases privilegiadas. Volar como una acción algo exótica y con un punto de aventura y distinción. Las personas elegantes o pudientes volaban y las que no lo eran viajaban en autobús. En la actualidad, volar no tiene nada de especial. Es más, tiene mucho de incómodo, de vulgar y de pérdida de tiempo. Sí, es cierto que se gana tiempo en el vuelo, pero se llega con la sensación de que se podría haber llegado mucho antes y, sobre todo, más cómodo.
Y hoy, era el día de los Boeing. De Barcelona a Bruselas en un Boeing 737. Y también el día de sentarse en compañía de quienes uno no hubiese elegido. La señora pidió al pasajero de su derecha, que no era yo, si le cambiaba el sitio al señor de la fila precedente. Éste accedió gustosamente por lo que colegí que era una persona educada, todo un caballero y un metepatas de narices. Tan pronto se produjo el cambio empezaron los besuqueos y las frases insinuantes. Para que luego digan que no existe vida sexual en los grupos de edad 45 - 49. ¡Y no es que tenga algo en contra de estas cosas! Pero es que me resultaba complicado revisar unos currícula mientras el caballero le tocaba el seno a la señora.
Y alguien podría preguntar: ¿Y no le tocaba el coseno? Pues la verdad es que no, supongo que acoplado como estaba la potencia era demasiado larga y le cargaba las lumbares. Y es que una potencia grande no está mal, pero claro, allí se disipaban muchos watios con tanto rozamiento con el seno y lo que no era el seno y, finalmente, poco se avanzaba. Aunque eso sí, el calor hacía subir la temperatura aunque de forma desigual. Concretamente en mi caso, empezaban a hinchárseme las narices con tanto comportamiento adolescente.
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9 comentarios:
jajaja vaya igualito que en el cine años ah....
y si volar no es un chollo prefiero el tren (ave, alaris, x) lo malo la cantidad de pasta que se queda en los bolsillos de algunos con estas obras y LA NATURALEZA QUE DESTRUYEN... ESO NO ME GUSTA NADA..
por cierto muy chula la foto.... de portada
bueno quillo cuenta hubo caidita de roma?jejej
saludoossss el lunes ando por alli sou otra vez< papa
Hombre, tampoco es para ponerse así (lo digo por tí, no por ellos), jajaja.
Qué bueno!!!... je, je, je. Haberles animado hombre, o dado un aplauso.
Jajajajaja, eso es que la mujer se escito al verte y lo pago con el vecino, jajajaja.
Un abrazo tronco.
tienes toda la razón del mundo con lo de volar.
jajajaja si es que te pasa cada cosa...
Le estás cogiendo el testigo a un bloguero conocido como Jet Lag Man, que siempre nos sorprendía con historias semejantes.
En fin, paciencia.
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