domingo, 18 de julio de 2010

Episodios de Estambul

Salí de viaje sin ilusión. Pese a que estaba programado desde hacía tiempo, los últimos acontecimientos complicaban las cosas y me impedían partir tranquilo. Después, sucedió lo que tenía que pasar. Estambul es una ciudad diferente y allí suceden muchas cosas.

El contraste
Música en directo desde el tranvía

Bajé a tomarme el desayuno un poco más tarde de la cuenta, así que, con las prisas, no me fijé en el lugar en el que me sentaba. En frente, una pareja musulmana. Ella vestida completamente de negro, sólo se le veían los ojos. Él, vestido con un polo y unos pantalones cortos, cruzaba una pierna sobre la otra y mientras desayunaba se acariciaba con una mano su pie descalzo.
La cámara del móvil no da más de sí...

En Estambul los contrastes son continuos. Visitamos el barrio de Taksid para cenar. Ya de regreso caminábamos por la calle para subirnos al taxi que nos llevaría al hotel. De repente una pareja de chicas sale a bailar a un balcón. Están borrachas. Sólo llevan puestas una camiseta y las bragas. En la calle se forma un corrillo, pasa una mujer con burka que mira la escena de soslayo.

La grandeza
Palacio Çiragan

Capital de dos imperios y en tiempos de una república, en Estambul se encuentran por doquier vestigios de un esplendor pasado. No obstante, pese a las modernas torres, la mayor parte de los edificios están muy deteriorados. Abundan las calles estrechas, con recovecos, curvas cerradas y empinadas pendientes. Se pasa de un barrio casi lujoso a una calle de mala muerte sin solución de continuidad.
Vista desde un hotel de no pocas estrellas. En frente, un taller de costura.

Con una historia tan densa, la ciudad atrae a multitud de turistas. Aparentemente, más musulmanes que occidentales. Los palacios, las mezquitas y el gran bazar atraen a cientos, sino miles de personas. Los turistas compran en la calle el simit, pan típico turco, trozos de sandía fresca, mazorcas de maiz a la parrilla y, por supuesto, agua.

Olor, temperatura y humedad
La Mezquita Azul

Para entrar en la Mezquita Azul hay que descalzarse. Si los pantalones son muy cortos hay que cubrirse. Las mujeres deben tapar su cabeza. Cumplido el ritual entramos en la mezquita. Hacía calor y la humedad era alta, un olor característico nos recibió. Cientos de pies descalzos dentro de la mezquita producen un efecto que las máquinas de filtrar y aromatizar el aire no llegan a contrarrestar. En el ambiente se percibía el respeto y la impresión de estar en un lugar santo de gran parte de los visitantes.
El padre de un bebé al que ya se veía gatear hacia la Meca.

Nos sentamos a descansar sobre la moqueta roja que cubre todo el suelo de la mezquita. Pensaba en lo que pensará un musulmán que visite una catedral en España, Francia o cualquier otro país europeo. La iglesia es fría, el olor del incieso suele estar presente y los iconos lo invaden todo. Aparte de como unos herejes, ¿nos verán como fríos y estirados?

7 comentarios:

davidiego dijo...

cómo acabará Turquía???

te has olvidado del omnipresente Ataturk, de la ausencia de papeleras y contenedores de basura, de los gatos gordos, de lo pesados que son algunos turcos en los lugares más turísticos, de lo rico que está el yogur...

pero es precioso (lástima tu móvil)

Atalanta dijo...

Es una ciudad que me encantaría visitar. Un poco a medio camino de todo. Supongo que lleno de contradicciones. Sin duda debe ser hermosa y especial

Nacho Cembellín dijo...

No te imaginas las ganas q tengo de visitarla.... dicen q la luz al atardecer es increible!!!!... y el contraste de colores, olores, gente...

Lay dijo...

Disfruta amigo que te hace falta.
Un saludo, bonitas imagenes.

Dani dijo...

Perderse en las callejuelas es una experiencia impagable. Comer en un tugurio pollo a la parrilla es una delicia. Salir del bazar sin comprar algo es imposible. Comprobar los contrastes es estremecedor

Mildolores dijo...

Gracias por acercarnos Estambul. disfruta de la estancia, sea laboral o vacacional.

Xocas dijo...

DvD, contaré algo más, aunque no vi gatos gordos.

Atalanta, especial, con su hermosura. Sin embargo, no llegué a sentirme cómodo dentro de ella. El viaje también requiere de un estado de ánimo (al menos está condicionado por él).

Nacho, todo eso que te imaginas, es así.

El Lay, a todos nos hace falta disfrutar. Y ser más responsables (bueno, esto es porque he tenido una sobremesa peculiar).

Dani, veo que aprovechaste el tiempo.

Mildo, de nada. Estancia laboral, como casi siempre.