Un día tonto lo tiene cualquiera y a mi me tocaba el domingo. Me estrenaba como corredor de montaña en el cross de Penedos do Lobo. Ésta es la hermana pequeña de la prueba reina, la maratón. Según me informó el propio Santi Redonet, la prueba era ideal para iniciarse en las carreras de montaña. Exigente pero con un kilometraje asequible. Me pareció una buena idea y desde hacía tiempo tenía marcado el 13 de septiembre como la fecha de mi debut montañero. Lo malo es que había que levantarse muy temprano.
Mi media naranja, Tri y yo llegamos de noche. Cafecito, calentamiento, charloteo con otros corredores, Furacán se acerca a saludarme y sin más dilación nos vamos a la línea de salida.La salida me coge desprevenido, pero esto da un poco igual. Quien más, quien menos estaba en las nubes.
Empezamos despacio y...
... y el amigo Furacán desapareció de mi vista. Allí estaba, rodeado de otros corredores a quienes no conocía...¡y se me cruzó el cable! Mi vis competitiva, que suele conformarse con mejorar mis propios registros y hacer una buena competición contra mi mismo, se rebeló. Veía a los otros corredores como deportistas a batir y me lancé a correr con la intención de acabar en la mejor posición posible. Increíble. No me reconocía. El caso es que no tenía idea de como era el recorrido, ni de como "funcionan" estas careras, ni nada de nada. Si me desfondo, pues no pasa nada, acabo andando.
Y aquí hago una parada. Porque, ¿a qué vino esto? Ya se sabe que sobra a quien echarle las culpas. Puede que sea que en casa me dicen que no me esfuerzo en las competiciones, que soy un reservón...también pudo influir el ínclito Antonio Alix, que en la Finisher de este mes insiste en que en las distancias "cortas" lo importante es el puesto. O puede ser que con la edad pierdes neuronas y éstas no se regeneran. Seguramente una combinación de todo lo anterior, porque mal de altura no creo que fuese.
Después de una subida con su correspondiente bajada, llaneaba en dirección al famoso cortafuegos. Me adelantó un grupo de cinco corredores y, aunque iban un poco más rápido de lo que creía conveniente me pegué a ellos. Uno llevaba uno de estos pulsómetros con acelerómetro. Iba cantando los tiempos, distancias y ritmos. ¡Cómo si necesitase que me jaleasen! En la bajada anterior al cortafuegos acabé por despegarme de ellos y, durante los primeros metros del cortafuegos subí corriendo. Veía que nadie más lo hacía, pero bueno, tiré hasta que no pude más y me eché a andar, rápido, eso sí. Pasé a unos veteranos que iban fundidos:
- [Cof, cof] ¡Esto es más duro que lo de Bilbao!
- [Arf, arf] No, no, aquello fue más duro, aquí la pendiente es del 35% [Pensé ¡qué barabaridad!] Allí era del 37% [¡Anda ya!, que vas y notas una diferencia de un 2%]
En fin, yo seguí subiendo mientras pensaba en cuanto vea al primero correr, yo también. Y pasé a bastantes corredores y andadores. Llegamos al alto y se me metió una piedra en la zapatilla. Pero no iba a parar, estábamos a lo que estábamos, adelantando hasta donde podía. Eso sí, ya tenía banda sonora (en 1min 30seg, por favor).
Cerca del alto de la estación, la corredora que me precedía (y a quien llevaba un rato tratando de adelantar) se para en seco. Mira al suelo y continua. Unos segundos después llego y veo lo que sucedía. Un riachuelo y su pequeño barrizal. ¡Ah! era esto. Pues nada con cuidado y... meto el pie hasta el tobillo en el barrizal. Así, el izquierdo iba con su piedrita y el derecho con un barrillo esfoliante bien fresquito. Y coronamos la estación. Pasamos debajo del arco y nos paramos:
- ¿Es aquí la meta?
- No lo sé
- ¡Oye!, ¿es aquí la meta?
- No, tenéis que bajar cuatro kilómetros.
Esta es la mía, me dije, cuesta arriba no te pillé, pero bajando... bajando la dejé atrás y todavía adelante a otro corredor más, entrando en meta muy contento. Al final puesto 39 de 108 participantes, de los cuales dos abandonaron. Ya sé que no es nada del otro mundo, pero aquí lo que cuenta es lo que disfrutas. Con la tontería de intentar mejorar la posición me lo pasé como un niño pequeño en las atracciones de feria.
Como tenía comida familiar en Ribadavia, estiré convenientemente, saludé a algún otro conocido y para casa, parando eso sí en Sas de Penelas a comprar la famosa bica de Trives.
La organización, en general muy bien, aunque en la Web se indicaban avituallamientos y recorridos un poco diferentes a los reales y los kilómetros no estaban bien marcados en el cross. El ambiente estupendo. El día fabuloso. Hay que repetir.
14 comentarios:
Simpática crónica, Xocas, y dura y bonita experiencia. Saludos, un abrazo.
saludos
Jajajaja... muy original, si señor, en la próxima mete a Mortadelo y Filemon y lo clavas... Dios, que idea "masdao"
muy bueno Xocas, gracias por la dedicatoria.
Por cierto, vivimos en la misma casa? a mi me dicen lo mismo y nunca te he visto por aquí.
A por la próxima!
Estás perdido, Xocas. Nunca volverás a ser el mismo. ENHORABUENA
jajaja como molan las viñetas!
Enhorabuena por el resultado, se ha despertado el Xocas que hay ti! jejeje
Buen puesto y buenas viñetas, si señor!!!
Gracias por los comentarios. Esta tontería de crónica se me ocurrió al ver la medalla y la botella de aceite, la verdad, no tengo claro por qué.
Un abrazo!
Muy buena crónica....Enhorabuena a los dos
La crónica, de lo mejor que he leído...
Anda, anda, que ya te me estas haciendo pro, peazo de puesto.
Y la crónica que decir, genial, menos mal que era de aceite y no de hierbas porque.....
Peazo de madrugón desde Vigo, no?
Un abrazo campeón.
magnifica cronica, mejor carrera, e impresionantes viñetas jajaja
Que bueno!!
Me he reido un montón.
Mi perro corre aún me nos que el tuyo.
Venía a verme pero se cansaba y lo dejo
Abrazo
Gracias de nuevo a todos. Por cierto Grimo, eso del pedazo de puesto me parte. ¡Pero si éramos poco más de 100! La pena fue que no hubiésemos sido 5, ¡¡¡hacía podio!!!, ja, ja, ja.
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