viernes, 12 de marzo de 2010

A orillas del Guadalquivir

Desde el martes estoy en Sevilla y mañana me voy. Esto ha sido un no parar, no parar de trabajar, de comer, de reir (sí, la verdad es que coincidimos con algunas personas muy simpáticas, así que hubo risas) y de no sé que más. Incluso hemos tenido tiempo para hacer algo de turismo. Poco tiempo para estar conectado.
Coincido en sitios distintos con personajes curiosas, en un contraste continuo de puntos de vista. El martes estuve con un francés que vive desde hace mucho tiempo en el Reino Unido. Bueno, esto no es muy cierto, ya que se encarga del desarrollo de negocio de su empresa, la empresa para la que trabaja, en el Lejano Oriente.
Nos contaba que cuando estudiaba ingeniería en Francia sus profesores le decían que el proyecto del Concorde había sido una maravilla técnica. Sin embargo, cuando realizó un máster en el Reino Unido, lo que los profesores recalcaban era que el Concorde fue un desastre financiero.
Este comentario llegó al hilo de lo que opinaba uno de los comensales en relación con las autonomías: Un completo desastre, un disparate para el que ya había muchas voces que opinaban que había que dar marcha atrás. Redondeaba sus afirmaciones diciendo que los estados debían de estar gobernados por profesionales de la industria privada. El francés quería poner en evidencia que sobre un mismo hecho pueden darse opiniones diferentes, aún habiendo una parte de verdad en todas.
Al día siguiente, en otra mesa distinta. Un comensal se mostraba indignado por las palabras de un alto cargo del poder judicial andaluz que dijo algo así como que las autonomías no servían para nada y que Andalucía no había obtenido nada de provecho por ser comunidad autónoma (otro más). Estaba tan molesto que dijo haber valorado ir al defensor del pueblo para denunciar su malestar y pedir explicaciones. De sus vecinos sevillanos, uno cerraba filas con él, el otro no tenía claro que opinar. Madera de político.
Sobre todo esto y mucho más he pensado durante la carrera de hoy, casi catorce kilómetros a 16ºC y ritmo constante, unos segundos por encima de los cinco minutos el kilómetro. Ayer por la mañana pasé tanto frío que no pude pensar en otra cosa que correr. Iluso de mí. Ir más rápido no acelera el tiempo y tampoco calentó mis manos.
El sábado toca carrera.

5 comentarios:

XTB-XAVI dijo...

Xocas....cuantas verdasdes en un mismo post...me gusta cómo describes la realidad!

Saludos desde Hong Kong!

¨XTB¨Xavi.

davidiego dijo...

Qué tal el jetlag?
De acuerdo en lo de las autonomías. Multiplicamos el número de chupones por 19.

Furacán dijo...

los estados deben estar gobernados por profesionales de la industria privada? es que no lo están ya? :-) que miedo!

Mildolores dijo...

...Pensemos que no. Que todavía no.

¿qué carrera?

Xocas dijo...

Gracias Xavi.

Davidiego, para mi el problema no son las autonomías, sino lo que le cuesta a algunos soltar el poder. Así sólo se suma (en el sentido del gasto).

Furacán, no te falta cierta razón.

Mildo, mejor no pensar en ciertos asuntos. El duatlón de Candeán. A la noche la crónica.